Alzheimer



El abuelo sufre de Alzheimer y hace ya tres años que no reconoce a su propia familia y los confunde con sus amigos de la infancia. Parece que se quedó en esa época y a sus ochenta años se le ve en el prado buscando hormigas e inventando figuras con un palo en la arena. Ayer llegué de la cuidad y me senté junto a él a mirar una flor. Durante veinte minutos estuvo en silencio hasta que sorprendentemente me llamó por mi nombre y sin dejar de mirar la rosa dijo que si uno sintiera un poquito el corazón descubriría que muchas veces se vive por nada y puede envejecer sin siquiera haberse detenido a oler una rosa. Sonreí y le pregunté entusiasmado quién era yo. Él se quedó mirándome unos minutos. Luego, sonrió y me dijo que el tiempo era una escalera que conducía a una torre donde estaba atrapada la juventud, una princesa hermosa con senos grandes de pezones rosados. Él hablaba sin dejar de mirar la rosa, estaba en el último peldaño y sentía que estaba llegando al final. En ese instante se levantó con el bastón y empezó a caminar. Salió de la casa y no tuve la fuerza para detenerlo. En las huellas de sus pasos brotaron algunas rosas de un rojo intenso.



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