17 de julio 2020
Por Juan Camilo Betancur E.




Con la novela, su ópera prima, “Las vidas posibles” el escritor y antropólogo antioqueño Jacobo Cardona Echeverri, ganó el Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera, en el 2014. Esta novela cuenta con una trama abundante en digresiones, protagonizada por un historiador que es profesor de Ciencias Sociales. 

En la novela se recrea muy bien la sensación de realidad. Por lo tanto, Heriberto, el personaje principal, parece un profesor de carne y hueso que dejó un texto autobiográfico de su experiencia como docente en la Comuna 13, en Medellín. Esto gracias a que el autor, Jacobo Cardona, trabajó como docente unos cinco años. Entonces, el autor pasó por su cuerpo, su sangre, la vivencia de docente para darle vida a su personaje. Luego, llegaría el trabajo de la escritura: “Después de tomar bastantes notas. Bastantes apuntes, se hizo un trabajo de sistematización y luego de redacción de la novela que tardó unos 18 meses”, dice Jacobo. 

Lo que llama la atención es como Heriberto logra meterse en los nervios del lector. Es un personaje vivo y creíble. Tal vez se deba a que el autor utilizó la herramienta de las impresiones que consiste en acudir a los sentimientos de los personajes para crear un aire de realidad. Es así, que las impresiones de Heriberto son la ilación de detalles, sucesos y conflictos que al unirse dan una idea de verdad. Esta sensación de ilusión es manifiesta desde las emociones de Heriberto generadas a partir de su incapacidad de interactuar con el mundo circundante. Ejemplos: La frustración de trabajar en un colegio, la relación con su ex-mujer, el conflicto con los alumnos, el conflicto con la monja por ser ateo, su afición al whisky y la ropa de mujer... 

Por ello, el fracaso se plantea en la novela como una acción limitante, excluyente, como una barrera que deja a Heriberto sumido en la incertidumbre. Como sucede en las escenas en que los alumnos no lo escuchan y el personaje dice en el capítulo V: “Me sentí humillado y frustrado. Poseía algo valioso para decirles, pero a esos pequeños roedores no les interesaba escucharlo. Es más, tenía las respuestas de las preguntas que a ellos nunca se les ocurrirían; involuntariamente, yo estaba siendo desaprovechado.” O en el capítulo IX, cuando se encuentra con una ex-alumna de la universidad y salen a tomarse unas copas. Luego, en el apartamento de ella, Heriberto tiene la oportunidad de tener sexo con una mujer atractiva y: “Se me acercó, visiblemente achispada. Moví la cabeza afirmativamente, de forma automática, y le di un beso en la mejilla. Me fui sin decir nada”. Posteriormente, en capítulo XI, otro docente, Oscar, invita a Heriberto a unas copas. Entonces Heriberto confiesa que lo echaron por plagiador cuando trabajaba en un proyecto de investigación para el Ministerio de Cultura. Después, en el capítulo XIV, en una discusión, Sofía, su ex-mujer lo ve con medias veladas y le dice: “—Das pena —dijo, y salió cerrando de un portazo. Me senté en el suelo y agaché la cabeza, avergonzado”, concluye el personaje. Entre otras escenas donde el fracaso, como Jonathan Smith, el gato, es su fiel compañero. Por algo, el personaje se la pasa rumiando ideas, bebiendo y vistiéndose de mujer. 

En esta novela el fracaso es un elemento importante porque platea una reflexión profunda de que ante la vida se puede pasar más fácil a la acción al aprender de las adversidades, más que evadirlas. Sobre todo en este tiempo, el de las sociedades contemporáneas, de las redes sociales, que están obsesionadas en alcanzar el éxito, como si fuera un mandato a obedecer decretado por no se sabe quién, que tampoco advirtió que el umbral del éxito es una infinitud de fracasos. Por lo tanto, es ahí, donde “Las vidas posibles” tiene un lugar muy importante, porque muestra el fracaso como un compañero de vida, no como una enfermedad. Aunque es un compañero implacable y dramático, también enseña que cuando se acepta la vida con las adversidades, la vida empieza a ser una existencia robusta, llena de conflictos y sufrimientos, como le ocurre a Heriberto al aceptarse femenino de manera inesperada, exhibicionista y valiente. 

En Heriberto es más evidente su metamorfosis cuando vive su sexualidad. Pues, en la novela el personaje evoluciona, cambia, a causa de lo que vive. Y cuando el personaje cambia es vulnerable y puede ver el mundo que habita de otra forma. Por ende, ante cada evento difícil, como la distancia de su hijo o la posibilidad de perder su empleo por ateo, Heriberto quiere probarse más lencería femenina. Aunque el personaje le gustan las mujeres, como lo dice en el capítulo XIX: “…no quería ser mujer, pero tampoco trans ni travesti ni lesbiana ni perrito de la reina. Yo era un hombre al que le gustaba vestirse de mujer y punto. Adoraba mi voz, mis huesos, mis pelos de hombre”. Esta declaración plantea un conflicto de fondo, el de estar dividido, el de ser dos personas distintas bajo un mismo cuerpo: un hombre y una mujer. De modo que tiene dentro de sí mitad mujer y hombre. Entonces es mitad mujer y mitad hombre. Por lo tanto, este personaje plantea algo más complejo que el limitado juicio moral de ver las acciones desde la óptica del bien y el mal. Es las dos cosas, pues no siempre los hechos son como parecen. 

Para finalizar, es de celebrar que la novela sea la posibilidad de pensar el mundo, de transgredirlo, de cuestionarlo para que el lector se confronte de manera frontal. En tal medida, los novelistas plantean grandes preguntas para crear su universo literario. Preguntas que son obsesiones. Tal vez Jacobo, en “Las vidas posibles” deja estas preguntas: ¿Cómo asumir el dolor y llevarlo a una experiencia vital?, ¿cuál es el sentido del dolor en la vida? y ¿por qué existimos? 

Ta vez no haya respuesta. No importa. Pero esas preguntas y otras que cada lector encontrará, permiten ver a Heriberto como un personaje que tal vez pueda ser un amigo o uno mismo. Esto gracias a que la novela representa escenas sencillas y naturales. Tan verosímiles que engañan al hacer creer que todo es real (mientras se lee) y afecta porque sumergen a lo hondo de una realidad posible.