Uno de mis dilemas ha sido el de los cierres. Durante años dejé cosas empezadas con la esperanza de que las dilatara el tiempo. Por ejemplo, iniciaba un nuevo estudio y no terminaba. Lo mismo con las relaciones emocionales. Esto, creo, por la incapacidad de priorizar y de asumir responsabilidades. Lo nombro porque mi ignorancia ahora entiende un poco la dinámica de los cÃrculos o la circularidad de las cosas que hacemos.
Las cosas son cÃclicas. Se manifiestan una y otra vez en el tiempo. Una tristeza, por ejemplo, vuelve cada tanto y cada tanto se sumerge uno en ella. Es como si una especie de cÃrculo guiara nuestras acciones. Es decir, uno abre y cierra, inicia y termina, sufre y se alegra, llora y se rÃe…
Cada acción se podrÃa nombrar como un cÃrculo que representa un momento, una etapa o un cambio en nuestras vidas. Casos concretos: el cÃrculo de la escuela, el del colegio, el de la universidad; el cÃrculo del primer amor, de la primera relación esperanzadora, de la familia; el cÃrculo del primer empleo y la alegrÃa del primer sueldo, del trabajo ideal, de la independencia económica; el cÃrculo de la búsqueda de uno mismo, del aprendizaje del amor, del hallazgo de la espiritualidad, de su lugar en el mundo.
Estamos atravesados por estos cÃrculos. Y creo que al nombrarlos se los lleva al plano de la conciencia y esto permite aprender a cerrarlos. Es importante cerrarlos como abrirlos. El cierre permite un mejor campo de visión del aquà y el ahora. Pues, cuando no se cierra un ciclo se puede quedar padeciéndolo o viviendo en el pasado. Esto para cada una de las cosas que hacemos. Cerrar un cÃrculo y permitirse abrir otro para expandir la visión del ahora. También hay que considerar, según las prioridades de la acción a realizar, el tiempo estimado. Es crucial darse un tiempo para cada cÃrculo. Al menos los que se puedan realizar y estén entre las posibilidades y los deseos más profundos.
Si es en lo sentimental, aprender a defender el “no” que surgió de algo más profundo que un capricho o una pataleta. Si ese “no” es una necesidad Ãntima que busca el bienestar del corazón, es necesario continuar. Mirar atrás es dudar y vivir del recuerdo, de la sombra que vuelve con la tristeza, con la culpa y el apego. Ese “no” es el cierre y el inicio de un “si” que se empieza a sentirse en armonÃa.
Lo otro es descubrir que es aquello con lo que se vibra. Eso a lo que más le has inyectado energÃa vital. Sea lo que sea. Una cosa al tiempo. Luego llevarlo a la materialización. ¿Cuántas cosas hemos proyectado y se han quedado en la nebulosa? ¿Cuántas veces nos hemos quedado a mitad del camino? ¿Qué nos distrae?
Darle término a un cÃrculo permite abrir otro y al cerrarlo se abre otro. Asà sucesivamente hasta que se descubre que se ha logrado aquello que te hace feliz y necesitas para una vida en servicio al corazón. Cuando un cÃrculo se cierra el aprendizaje se potencia. El aprendizaje del conocimiento de sà sucede en forma de espiral. La espiral está constituida de cÃrculos. En esa medida, se fluye con el universo.
Es vital descubrir el poder, entendiendo como poder el oficio, la tarea o el camino que se elija como opción de vida a materializar. De esta manera vibrar y disponer un tiempo estimado. En caso de que se elija sembrar, un primer cÃrculo serÃa hacer un surco de lirios y cerrarlo serÃa verlo florecer. Luego, volver a abrir otro. Si el primero se hizo bien la experiencia para el segundo garantiza un mejor cuidado.
Otra forma de entender esto de los cÃrculos es cuando un padre suelta a su hijo o un hijo suelta a su padre. Esto no quiere decir que se olvide el uno del otro. Lo que supone es soltar al otro para que viva su vida, pero con la certeza de que cuenta con un cómplice. Para eso es la familia, para compartir y acompañarse.
Claro, hay cÃrculos dentro de los cÃrculos que a su vez tienen otros cÃrculos. Por ejemplo, la historia del hombre que abandona a su hijo y de viejo se lamenta porque su nieto se siente solo. Escena que se repite una y otra vez en nuestra historia de patriarcados. Por ello, el machismo es un cÃrculo abierto en Antioquia que se abre en muchas familias e individuos. Es como una sombra que pasa de padres a hijos. La lujuria es uno de los cÃrculos que están dentro del cÃrculo del machismo y dentro del cÃrculo de la lujuria está el cÃrculo de la falta de voluntad al bien. Esto se repite. La energÃa que se le inyecta a las cosas queda girando hasta que se materializa. Algo de lo que sentimos cuando creamos queda en el fruto. De ahà que el hecho de cerrar un cÃrculo permita entrar en otro y seguir avanzando en la espiral que es la vida.