25 junio 2018
Por Juan Camilo Betancur E.


Hay libros necesarios, que fueron escritos con tal sinceridad que son atemporales y siguen diciendo. Son libros que están más allá de la moda y se clasifican como clásicos. Además, si se tiene en cuenta una de las acepciones de lo clásico dice que lo clásico es relativo a un periodo de mayor plenitud de una cultura o un autor u obra que se tiene por modelo digno de imitación. En esa medida, estos libros dejaron de ser libros y se convirtieron en vibración porque en vez decir comunican en cualquier época o lugar. Por ello, cuando estás preparado uno de esos libros aparece de golpe, sin buscarlo. Es como un acto mágico porque lo que trae impreso en sus páginas contiene información para ti que tal vez de ninguna otra forma llegaría. Por eso se podría decir que estos libros pueden ser secretos ya que contienen información de orden superior, y no me refiero a libros religiosos, si no a obras que han trascendido en el tiempo y que todavía se leen. Daré solo unos títulos entre muchos: “La Ilíada” y “La odisea” de Homero, “El profeta” de Kahlil Gibran, “El Principito” de Antonie de Saint-Exupéry, “Canto a mí mismo” de Walt Whitman, “Cartas a un joven poeta” de Rainer Maria Rilke, “La metamorfosis” de Franz Kafka, entre otros. No obstante estos libros contienen tal misterio, tal belleza que al leerlos uno siente que la información que tienen es una secreción de conocimiento que no solo se trasmite con la lectura sino también con el contacto de sus páginas. Por tanto, estos libros son indispensables y muy escasos como los amigos verdaderos. Por ello, un verdadero amigo es un libro muy extraño y fundamental porque es como un libro secreto encarnado. Pues solo con un amigo puedes exponer tu alma sin miedo a ser juzgado y también opinar sobre ciertos temas que el vulgo podría ser escandaloso. Además, el amigo, como el libro, es atemporal. Cosa que no sucede con las otras relaciones que tienen fecha de vencimiento. Por consiguiente, los libros indispensables como los amigos verdaderos son muy contados, difíciles de encontrar, por algo son tan valiosos y en la medida de lo posible, conservarlos con cuidado y buen trato, porque si se van, la perdida es definitiva. 

No obstante, a veces se cree que no son importantes y les damos mucha importancia, más de la necesaria, a los individuos que apenas conocemos o los libros intranscendentes, cuando afortunadamente pasan de largo y son del olvido. Pues el olvido necesita combustible, de lo contrario no sería tan implacable. De ahí que me interese lo imperecedero como los amigos verdaderos con los que puedo hablar de manera espontánea cualquier día, sin importar la época. Este acto de la conversación es como una relectura de un libro indispensable. Por algo, así se converse de lo mismo, hay detalles nuevos y sorprendentes que te devuelven las ganas de vivir y de hacer de la vida una biblioteca selecta de libros verdaderos y amigos indispensables.