“Miles de personas han sobrevivido sin amor, ninguna sin agua”
W. H Auden


Casi siempre se encuentra un decálogo para redactar un cuento, para armar un manual de uso, para catalogar las mejores películas o video juegos, para calificar una persona o una tarea siendo 10 la puntuación más alta, para nombrar elementos de una crisis o una enfermedad. Es decir, se dan pautas, bajo el 1 y el 0 para dar una idea redonda y totalitaria sobre algún aspecto de uso cotidiano o para establecer un modo de vida.

Al reflexionar sobre el diez se encuentra que es un número singular. Pitágoras se refería al 10 como el símbolo del universo y que expresa todo el conocimiento humano. Además, en La Biblia el 10 es un número determinante. Ejemplos: 10 son los mandamientos, 10 son las plagas de Egipto, 10 generaciones hay desde Adán hasta Noé, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles después de 10 días de la Ascensión de Jesús. Están también los números arábigos que, del uno al nueve, establecen el infinito en sus múltiples asociaciones y combinaciones. Aunque, se dice que los números arábigos fueron inventados en India en el siglo V. Sin embargo, los matemáticos árabes los llaman: "números hindúes". Ya sea porque el concepto del cero se originó en la India o por la teoría de que los indios se inspiraron en sistema de símbolos chino Hua Ma, que era posicional y de base de diez. Otro dato curioso, ya desde la biología, es que diez son los dedos de las manos.

En fin, acudiré a las bondades del diez para intentar dar algunos dechados sobre el cuidado del agua, que debería ser tan importante como el cuidado de los líderes sociales o el impacto del cambio climático en todo el planeta. Sobre todo, porque marzo es el mes del agua. Celebración que se remonta a 1992 cuando se hizo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro. Ese año, el 22 de marzo, de cada año, se declaró Día Mundial del Agua. Posteriormente, se añadirían eventos como el Año Internacional de Cooperación en la Esfera del Agua 2013 y el Decenio “Agua para el Desarrollo Sostenible”, 2018-2028. Estas medidas surgen porque las fuentes hídricas, de agua dulce, cada vez se ven más amenazadas por el crecimiento de la población, las demandas de la agricultura y la industria y el impacto del cambio climático. Sobre todo, porque el agua es más que un producto sometido a un precio que puede ser remplazable. Pues, sin agua, habría hambruna porque no se puede remojar los alimentos con saliva. Tampoco, respirar sin humedad en los pulmones. Ahí va mi intento de decálogo:

1. No juegues con el agua: el agua es un recurso insustituible, agotable y no nace en supermercados o almacenes de cadenas. Sin embargo, varias cosas de las que usas necesitan de agua. La bicicleta en la que paseas requirió por lo menos 1. 817 litros para el acero. La lámpara fluorescente que cuelga en la sala tiene sólo 0,01 por ciento de su peso en mercurio y puede contaminar 30 mil litros. ¡Imagínate la contaminación de mercurio y cianuro en las fuentes hídricas con la extracción de oro! Esto no es un juego.

2. No contamines: lo que tires al suelo devela el nivel educativo que tienes. A mayor educación mayor cuidado del entorno. Por ejemplo, cuando tiras ácidos y disolventes por el inodoro o el drenaje envenenas el agua. Agua, que después de hacer su ciclo natural, retorna a ti en los alimentos que ingieres.

3. Riega el jardín por la mañana y o en la noche: el horario influye porque con el calor se evapora el agua. Parte de tu alimento depende del agua que derrochas. Estima que para una porción de la lechuga que consumes se necesitan cerca de 23 litros y para una de carne vacuna más de 9 mil litros.

4. Cierra la llave mientras te cepillas los dientes: una modificación en tus hábitos puede cambiar al planeta. Una canilla a diario que gotea pierde casi 1.900 litros de agua por mes, la suficiente para bañarte unas 100 veces.

5. No demores en la ducha: a veces, abres la llave y esperas que salga el agua caliente. Si es así, ten un balde cerca para recoger la fría y úsala en otras cosas. También, puedes cantar, vale un pito si eres desafinado, pero cierra la canilla. Si quieres reflexiona y ten presente que, en promedio, si eres adulto, quienes cultivan lo que consumes, necesitan unos 24. 400 litros de agua.

6. Lava el carro o la moto con cubeta y no con manguera: haz el esfuerzo en estregar. Sólo imagina que el juego de llantas de tu vehículo requirió, como mínimo, 7.853 litros de agua. Gracias a toda esa agua puedes darte el paseo matutino. ¡Así que agradece cuidándola!

7. Repara o reporta las fugas de agua: repara las fugas de agua en tu casa e informa sobre cualquier fuga en la calle a la autoridad correspondiente. Recuerda que hay leyes para aquellos que no cuidan el agua o la contaminan. Por ejemplo, en Antioquia, un departamento hídrico, es alarmante la contaminación de ríos y quebradas gracias a la minería, las hidroeléctricas y la tala de árboles. Cuando la Ley 1333 dice: “Todo el que realice acciones que lesionen, deterioren, degraden, o destruyan el medio ambiente, deberá ser sancionado como lo fija la ley”.

8. Lava los trastes en una bandeja con agua y no con la llave abierta: cuando dejas la canilla abierta al lavar los platos puedes gastar hasta 120 litros cada vez. Con cinco lavadas con la canilla abierta se podría fabricar la edición de un diario que requiere alrededor de 568 litros de agua.

9. Aprovecha el agua de la pileta para lavar todos los alimentos y no los laves uno a uno: incluso el trigo que consumes, aunque cueste creerlo, para la producción de una tonelada se necesitan mil toneladas de agua.

10. Cuídate a consciencia y comparte este decálogo: come, duerme, respira e hidrátate bien. Recuerda que cuando estás deshidratado el desempeño físico se reduce en un 22 por ciento. Además, si tu cuerpo pierde de 3 a 5 por ciento de agua es posible que padezcas nauseas, mareos y dolores de cabeza. Incluso, alucinar y perder la consciencia.