Martina mira el rostro del profesor de guitarra, la barba, la nariz finamente delineada. Por lo que le dijo su madre, esa puede ser la última clase. Y apenas tiene fuerza para contener el sentimiento que le oprime el pecho. “Así no me pare bolas, tengo que decirle que estoy enamorada”, piensa y el rubor aparece en el rostro de la joven de 17 años. Sonríe. Con determinación se alza en la punta de los pies, como bailarina de ballet, y besa al profe; por segundos el tiempo se detiene. Él se aleja indignado. Trata de reprender a la alumna, pero se contiene al ver, en la ventana, al muchacho que le gusta y a la madre de la muchacha.

Fercha observa el reloj. Apenas tiene tiempo de agarrar el bolso de la mesa, hacerse una moña y sostener el paraguas bajo el brazo. Cruza la sala y cierra con violencia la puerta. A pasos largos se dirige al call center. El almuerzo de Martina la demoró más de la cuenta. Sin embargo, es la forma de disculparse por sugerir, por falta de dinero, no volver a las clases de guitarra. Así que Fercha decide ir al centro comercial, donde Martina recibe la clase de música, y decirle que de alguna forma conseguirá el dinero. Entra al pasillo. Mira el reloj. Los tacones contra las baldosas parecen un pájaro carpintero abriendo un boquete en un árbol. Apresura el paso cuando ve el salón pequeño donde, seguro, estará su hija. El paraguas se le cae al pasar frente a un almacén de zapatos.

Carlos abre el almacén a las diez de la mañana. Mientras gira la lleve mira de reojo si ya llegó el profe de música. Nada. Suspira y al sentarse en una repisa imagina los labios carnosos del profe. Está feliz ante la certeza de ser correspondido. Hasta ese momento su radar de gays no ha fallado. Termina una exhibición de zapatos cuando escucha un taconeo que se aproxima. Ve una mujer que al pasar por el almacén se le cae el paraguas. Carlos la llama, pero no lo escucha. Así que toma el paraguas y la sigue. No obstante, Carlos arruga el ceño cuando la mujer se detiene, así no más, frente al aula del profe de música. Con sigilo se acerca, y ve al profe de música besando a una jovencita. Y deja caer el paraguas.

 13 de septiembre 2022

Por Juan Camilo Betancur E.

Este texto se publicó en el libro digital:  Medellín se lee, se escribe ¡y se conversa. Así la experiencia se diera en Girardota. Dejo aquí, la experiencia tan bella que fue "Me revientan los adultos". A los niños y padres de familia, muchas gracias por permitirme compartir todos estos años. 


En cada niño se debería poner un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños
Mirko Badiale
Una excepción
En la convocatoria para la postulación del artículo en el libro digital Medellín se lee, se escribe ¡y se conversa!, una de las características es: “Deben contar una experiencia directamente relacionada con la lectura, la escritura y la oralidad que suceda en Medellín”. Y me valgo de un principio paradójico del conocimiento y es que la excepción reafirma la regla. La excepción es que esta experiencia sucede en Girardota, en un municipio del Área Metropolitana.

Acudo a la excepción porque a veces puede ser más interesante que la regla, aunque depende de ella para funcionar. Y esta experiencia, desde la “creatividad”, brinda un escenario de reflexión sobre una educación que vincula, en tiempos de pandemia, a la primera infancia como emisores de mensajes para que los escuche la familia y la comunidad en general por medio de podcast publicados en plataformas digitales como: blogger, Spotify, SoundClou, Breaker, Google Podcasts, Pocket Casts, RadioPublic y Anchor.


Contextualización
Esta experiencia trabaja las cuatro habilidades básicas de la comunicación: el habla, la escucha, la lectura y la escritura. Habilidades indispensables para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños de Girardota para que puedan interrogar e interactuar con su entorno social. Y así no suceda específicamente en Medellín, aporta a una de las necesidades que plantea el Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad (PCLEO) de Medellín, que dice en su primer deber, página 66: “Movilizar socialmente ideas para transformar representaciones y prácticas sociales”.

Estas habilidades comunicativas son pilares estructurales en PCLEO de Medellín porque permiten a los niños desarrollar sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales. Sobre todo en estos tiempos donde la primera infancia cuenta con pocos espacios digitales para expresar sus ideas a través de la lectura, la escritura, la escucha atenta y la oralidad.

Esta experiencia es innovadora en Girardota. No hay nada similar que asegure y promueva, de manera lúdica, el acceso de una población especifica: la primera infancia, a la información y el conocimiento que garantice a “las generaciones presentes y futuras la reunión, conservación, control y divulgación de su patrimonio bibliográfico y documental en los diferentes soportes, para conocimiento y memoria del país, de su historia y de su cultura”, como lo expresa el Plan de Lectura y Bibliotecas que se promueve desde el Ministerio de Cultura. Del mismo modo, esto se soporta desde la Constitución Política de Colombia de 1991 desde los artículos: 70: “La cultura como base de la nacionalidad”, 20: “El derecho a la información” y 67: “La educación como derecho fundamental”.

Y a través de Internet se promueve la creación literaria como una herramienta pedagógica, en soportes digitales, para difundir en podcast las expresiones creativas de los niños. La comunidad interactúa con comentarios y comparte los podcast en sus redes sociales. Así, se hace una red comunicativa.

La era digital y las emociones
En la era digital, esta era, es común ver desordenes emocionales en los niños porque viven más en el mundo virtual y por tal motivo no entienden su contexto y las tradiciones de sus padres que se formaron con la interacción con otros humanos y no con pantallas. Por lo que hay que volver a reconectar a los niños al mundo emocional, sin desconocer la tecnología. Lo ideal es utilizar las herramientas digitales como los podcast para que los niños vuelvan a conectarse con la familia.

Con los podcast, en su realización y escucha, se busca explorar las emociones para que las familias vuelvan a dialogar. Y tal vez dimensionar desde el núcleo familiar que las emociones suceden como el clima. Me explico, la tristeza se podría asociar con un día de lluvia y la alegría a un día soleado, la rabia a una tormenta… y suceden de manera natural. Por ejemplo, cuando llueve (o estoy triste) por más que brinque o hable no escampará más temprano o dejaré de sentirme acongojado. Llueve y no queda más que esperar, de la mejor manera, que escampe. Si esto lo comprenden los padres pueden hacer un mejor acompañamiento a los niños en sus fluctuaciones emocionales y acompañarlos.

Así, los podcats emocionan y posibilitan al infante sentirse acogido por su familia y entorno. También, permiten al infante confiar un secreto, opinar sin que lo juzguen, buscar un tesoro, inventar un juego… Y esos hallazgos facilitan nombrar de nuevo las cosas. De seguro, el gran tesoro es reconocer la infancia como un momento excepcional en la vida. Eso, indudablemente representa un cambio sustancial en la sociedad.

Los inicios
Abraham Duque en pruebas de sonido
La idea de los podcast nació a principios del 2018 cuando ejercí mi derecho al desacuerdo en la Biblioteca Municipal de Girardota, donde trabajaba. Y me vi en la necesidad de inventarme. Entonces, hablando con amigos, surgió la idea de acompañar a sus hijos con lecturas de cuentos.

De manera experimental inicié unos talleres de yoga y literatura. Luego, cuando me hice amigo de los niños empecé a escuchar cosas como: “Sí los números son infinitos: ¿quién los nombró?”, “Sí Adán es el primer hombre, ¿tenía ombligo?”, “El viento es un no sé qué que le toca a uno la cara”, entre otras frases y quería que otros escucharan esas genialidades.

Era muy cautivador que los niños usaran palabras sencillas y un lenguaje básico para nombrar de nuevo las cosas. Este desarrollo cognitivo, con el que el niño entiende el mundo que habita, según Jean Piaget, se basa en cuatro etapas: la sensomotriz (0 a 2 años), la preoperacional (2 a 7 años), la de operaciones concretas (7 a 12 años) y la de operaciones formales (desde los 12 años hasta la vida adulta).

Para los podcast los niños estaban en la segunda y en tercera etapa: la preoperacional y la de operaciones concretas. En la segunda: el niño se pone en el lugar del otro; hace juegos de rol y, según Piaget, habla de lo que se conoce, como “pensamiento mágico”, con asociaciones simples y arbitrarias para intentar entender cómo funciona el mundo. En la tercera: el niño empieza a usar la lógica para llegar a conclusiones válidas y puede categorizar aspectos de la realidad de una forma mucho más compleja.

Y empecé a ser reportería con una grabadora de periodista. Les pregunté sobre temas como: Dios, los cuentos, la risa… y se fueron consolidando los podcats: “Me revientan los adultos”. Los podcats se consolidaron gracias al aporte de Cristian David Palacio por sumarse al proyecto con la edición de los audios y las propuestas de canciones para acompañar cada episodio. En el momento llevamos 13 emisiones.

Y, ¿por qué con niños? La razón es que fue inevitable trabajar con ellos. Juro que quise evitarlos por bullosos, indiscretos, salvajes… pero hace unos 12 años cambió mi perspectiva de esta sociedad de humanos en pequeño formato.

En ese entonces, recién llegaba de un viaje por Suramérica. Un amigo me recomendó para trabajar en un super-hogar infantil en Itagüí y mi trabajo era leerles cuentos a niños entre los tres y los cinco años. Y no logré contactar con los infantes. A las dos semanas quise renunciar porque no me determinaban. Frente a ellos, con lágrimas en los ojos, les conté sobre mi deseo de irme. No les importó. Y hablé sobre una muchacha que tampoco me determinaba. Esto último generó un efecto mágico. Al parecer desde chiquitos tenemos una disposición natural para el chisme. Por algo, por primera vez el grupo de quince niños me escuchó. Querían saber más. Les hablé con lujo de detalles de mi fracaso amoroso. Al final, les pregunté:

    —¿Qué hago para que esa muchacha me pare bolas?

Una niña sonrió y respondió:

    —Vea plofe. Vaya hasta la casa de la niña. Toque el timble y cuando ella abla la puelta le saca la lengua y sale coliendo.


Los cuentos
Matias Zuleta presentado el podcast
Es dignificante ver el entusiasmo de los niños ante los cuentos y su habilidad innata de fabricar sus propias historias. Por ello, más que pedirles una cantidad de páginas de lectura o actividades que demuestren que entendieron, es más importante plantearles viajes literarios a mundos desconocidos. Entonces sucede, de manera espontánea, lo que explican Bruno Bettelheim y Karen Zelan en su texto La magia de la lectura: “La fascinación inconsciente del niño ante los acontecimientos imaginarios y su poder mágico apoyarán sus esfuerzos conscientes por descifrar, dándole fuerzas para dominar la difícil tarea de aprender a leer y convertirse en una persona instruida”.

Los infantes tienen una fascinación por temas como la magia, el lenguaje secreto, la aventura, los viajes, los monstruos, los animales… Estos temas les permite indagar, y en la medida de lo posible, participar en los secretos de los adultos. De ahí que cuentos como: Todo lo que deseo para ti de Henrike Wilson y Jutta Richter, El doctor Me Di Cin de Roberto Piumini, El pequeño topo que quería saber quién se había hecho eso en su cabeza de Werner Holzwarth y Wolf Erlbruch, Dónde viven los monstruos de Maurice Sendak, Gorila de Anthony Browne, entre otros, sean una apertura al aprendizaje de la lectura, facultades cognoscitivas, la imaginación, las emociones y la personalidad de los niños.

Los podcast
Sebastian, canadiense entrevistado 
para "Me revientan los adultos"
Hay placer cuando se va al parque o se come un helado. Es placer porque es voluntario y no impuesto. De ahí, que la apuesta sea una lectura voluntaria. Y si sucede sin imposición es posible que la educación, como lo señalaba Platón desde el texto La república, sea “el arte de la orientación” más que “implantar una visión” en la mente. Además, desde el disfrute por la lectura la educación enseña a pensar sin dirigir el pensamiento.

Cuando me cercioro de que el disfrute sucede empiezo a hacer preguntas. Las respuestas, la mayoría de las veces, son automáticas; pero profundas: “Debemos dar más crédito al potencial, a las virtudes que los niños poseen. Debemos convencernos que los niños, como todos nosotros, poseen virtudes más fuertes de las que hasta ahora nos han contado; que todos, nosotros y los niños, poseemos potencialidades más fuertes de cuanto nos reconocen; que consumimos sin que nos demos cuenta, una baja cantidad del potencial de energía que hay dentro de nosotros”[1].

En la reportería de los podcast los niños se sienten tomados en cuenta por un adulto que les habla como un amigo. Esto repercute en sus respuestas. O caso, ¿por qué un niño habla distinto con los papás y con los amigos? ¿Por qué para muchos hijos, la mayoría, sus papás no son amigos? Tal vez, porque los padres dirigen la vida de sus hijos al pedir los informes diarios de cómo les fue en el colegio. Exigen información sin involucrar a sus hijos en sus vidas. Y muchos padres ni sospechan que cuando un niño se siente útil y participa en la vida de un adulto puede opinar sobre temas tan enmarañados como las emociones, las estrellas, los viajes, los árboles.

Para hacer los podcast los encuentros se dividen en tres momentos. Uno: se hacen las posiciones de yoga, se conversa con el niño de cómo le fue en la semana y cosas cotidianas que rompan un poco el hielo, como se hace con un amigo. Dos: se comparte la lectura de un cuento según los intereses del niño. Tres: se escribe o dibuja sin corregir o señalar los errores y se conversa y se graban algunas de sus respuestas.

La finalidad de los podcast, en las plataformas digitales, es que sean espacios comunicantes entre los infantes y los padres de familia y la comunidad. Que el padre escuche a su hijo, que el hijo reconozca que lo escuchan, que padre e hijo dialoguen. Así, reconocer al niño como un ser democrático con derecho a expresarse y decir lo que piensa. Sobre todo, de decir las cosas sin la intención desgastante de agradarle al otro.

En los podcast aparecen poemas, canciones e historias escritas por los niños. También se puede rastrear aspectos primordiales de la mente del infante tales como: el ego, su capacidad argumentativa, la facilidad de formular hipótesis, entre otros que empiezan a moldear su personalidad. Este aporte a la primera infancia, por su contenido periodístico y educativo, obtuvo en el 2020 un estímulo del Ministerio de Cultura “Comparte lo que somos” y el 2022 fue finalista con el programa sobre "Los árboles" en el I Premio de Periodismo sobre Cambio Climático Ángela Restrepo Moreno.


[1] Rinaldi, Cara. En diálogo con Reggio Emilia. Escuchar, investigar, aprender. Grupo Editorial Norma S. A. C. Lima –Perú. 2011.


Les dejo los podcast que hicimos en estos cuatro años:
                   
Los atrapasueños



Los cuentos

La amistad

La risa

La navidad

La escuela


Los dragones y los dinosaurios


Lectura de cuento infantil de niños para niños 


Los gatos


Es mujer esbelta, reina indomable de corazón ardiente
Un sirviente firme y vigoroso tal vez pueda tratarle
Un sirviente medio loco atrevido
que no tema al verla
no hable rápido ni lento y con ingenio le quite la vergüenza
Si logras su atención si en verdad la necesitas
róndala mañana y pasado mañana
aparece de pronto
Juega a encontrarla
persíguela no dejes de perseguirla
Cuanto más te sienta más te necesita
más le arde la piel y las ganas de que la tomes a la fuerza
le alces la falda le muerdas el cuello
le digas palabritas dulces al oído que la enciendan acechen exciten…
la mantengan atenta y feroz hasta que se canse, pierda la cordura
Después ábrele las piernas
Entra en ella y mírala a los ojos
Escucha sus gemidos y recuerda los versos que te diga
En ese momento habrás aprendido a adiestrar adiestrando
y serás su dueño y harás lo que pida.

Llegué a una casa de tapia donde vivía una anciana de nariz larga, rostro arrugado, ojos pequeños y vivaces. Tenía unos ochenta años. A pesar de la edad parecía muy lúcida. Al verme me dijo, como si ya me conociera, si había utilizado la flor del borrachero. Este árbol era usado por algunas comunidades indígenas para rituales de sanación. Con sus hojas hacían baños y riegos. Miré a la anciana y le dije que no.

Entré a la casa. Atravesé una sala llena de cosas antiguas. Al final crucé una puerta que llevaba a un patio con muchos árboles y flores. El patio debía medir unos doscientos metros cuadrados. La anciana me indicó que tomara una flor de uno de los borracheros. Luego echara un polvo blanco que había en una canasta. Cuando lo intenté un guacamayo me picó los dedos. Hice varios intentos y lo mismo. La anciana extrajo el polvo y lo echó en la flor sugiriéndome que uniera los extremos. Lo hice y nada sucedió. En cambio, la flor de ella empezó a expeler un humo fuerte que picaba en la nariz. Acto seguido la agitó y dijo lo siguiente:

“¡Borrachero que tu luz descienda y te proteja y te haga invisible a todo daño material o espiritual! ¡Desciende a lo más oculto de tu ser y encuentra la fuerza animal!”

La anciana me indicó que la acompañara hasta un extremo del patio donde había una reja de hierro y madera. Bajo la reja había un pozo al que no se le veía el fondo. De caer sería el fin. Me senté enfrente del agujero. La anciana silbó y a los segundos aparecieron dos ayudantes. Ambos eran jóvenes. El primero era un chico trigueño, cabello liso, ojos rasgados, sin camisa y con un collar de dientes de tigre colgado en el pecho. Él intentaba ayudarme. Ponía una de sus manos en mi espalda y la otra en el pecho para darme firmeza. Mientras tanto, el otro ayudante, una chica blanca, cabello castaño claro, encendía una vela en un altar con figuras religiosas y rezaba. La anciana me indicó que pusiera las manos con las palmas hacia arriba. Después debía respirar profundo y concentrarme en el animal que había dentro, en la fuerza que la naturaleza había depositado en mí.

Mi primera prueba era comunicarme con el espíritu del jaguar, según la anciana, el guardián del lugar. Respiré profundo y al cabo de unos minutos mi postura era otra. Estaba en flor de loto sin ayuda. Además, mis manos se agitaban en el aire como si sostuvieran una maraca invisible. En ese instante entré en trance y empecé a ulular. Era inevitable sentir el canto. Lo sorprendente era que la vista era otra. Podía ver con mucha claridad. Por encima de los muros que limitaban el patio de la casa observé los árboles de la montaña vecina. Veía en un tono azuloso. El patio también había cambiado sustancialmente. Los árboles movían sus ramas. Las flores, con sus colores, eran como bombillas en la oscuridad. Bajo los árboles de borrachero había un felino amarillo mirándome. El jaguar hizo un gesto de reproche. Alzó la cabeza y bostezó para luego llevarse una de sus patas a las orejas. Dejé de ulular y sentí retorcijones en el estómago. En ese momento apareció la anciana y empezó a fumarse un cigarrillo sin filtro. El humo me lo echó en el estómago. Las náuseas desaparecieron y volví, en frente de sus dos ayudantes, a ulular. La anciana sonrió y les dijo a sus ayudantes que se marcharan.

Los árboles, las flores y el patio volvieron a la normalidad. Eché un vistazo por encima de los muros y la montaña vecina era una remota sombra amorfa. Sonreí porque ya podía marcharme. La anciana me acompañó hasta la puerta. Pero esta vez ya no era tan anciana. Su rostro parecía más joven y su nariz más pequeña.

Caminé por un sendero custodiado de árboles. Miré los ramajes y de inmediato las manos empezaron agitarse con movimientos sincronizados y armoniosos. Los pies se levantaron de la tierra. Intenté decir algo, pero solo escuché un ruido agudo, como un ulular de búho.

 



A pesar de que me digan que la felicidad es una cortina de humo

                                                 en un país de catástrofes políticas

                       y la paz es una herida profunda o un grito de carne.

A pesar de que certifique, ante notario, que las fuentes de agua

                                         fueron vendidas sin mi consentimiento

           y la sonrisa de los niños está seca como semilla sin tierra.

A pesar de que el hambre grite desde el centro del estómago

                         el horror de nacer pobre en un país en guerra.

A pesar de que la muerte tiene sobrepeso y hay días en que su panza

                                                          es fosa hinchada de gritos mudos

                                              de víctimas que lloran a chorros cada día.

A pesar del desencanto general de un pueblo muerto antes de nacer

                                                             por los rinocerontes de corbata.

A pesar del frío y los huérfanos de la guerra creo en la luna y el viento.

A pesar del riesgo de que gobierne un anciano delirante, admirador de Hitler,

mal hablado y con hombrecillos hipotecados.

Creo en el viento, bondadoso, íntimo de las aves,

                                   viento profundo del perdón.

Creo en la luna donde veo el rostro del afligido y el desplazado. 

Creo en las estrellas, en lo nombrado antes de que yo naciera,

                       el viento de antes, del cielo de mis antepasados.

Creo en los amigos, en Pacto Histórico, en vivir sabroso,

en la pedagogía del amor, en la paz, el amor, 

                         la libertad, las flores y el aire.

Creo en la familia, el territorio, el derecho a vivir sin miedo.

Creo en el sol que alumbra igual al agresor y al agredido.

 

Entre la mierda una mariposa abre las alas. 





 

Había una media tobillera de marca "Polombia" y el uribismo se la puso hasta acabarla. Ahora,  se la quiere poner Federico Gutiérrez.

 


¿Por qué nos gustan tanto las historias?, ¿qué buscamos en el relato?, ¿por qué se recuerda más una historia que un dato? Son preguntas que me rondan y que no puedo responder de manera concreta. Solo tengo sospechas.

Crecemos con el poder de las historias: los relatos de papá, de mamá, de los vecinos. Los valores de convivencia se trasmiten por medio de los cuentos infantiles o las experiencias de vida que nos narran.

Desde pequeño he estado muy atento a las historias, como una vieja chismosa que quiere saber del vecino. En mi caso, más que enterarme de la vida del próximo, persistía y persiste cierta fascinación por el misterio del relato. Mi primer acercamiento fue con el relato oral. Escuché a mi abuelo las mejores mentiras mientras jugaba dominó. Él decía que una vez el niño Jesús llegó en helicóptero porque las vías de Fredonia estaban en muy mal estado por el invierno. Luego, cuando estuve trabajando como recolector de café escuché a Don Emilio narrar la historia de un jorobado que moría tres veces. Don Emilio no sabía leer ni escribir. Después, en la biblioteca de Fredonia encontré el mismo relato en “Las mil y una noches”. El relato, imagino, le llegó por medio de la tradición oral. Cuando se narra una y otra vez una historia la palabra vive, se transforma, vibra. A diferencia de la palabra escrita que queda fija en el papel.

Tal vez, al final de nuestra existencia, las historias que contamos y nos cuentan serán trazos en el gran dibujo de la vida que hacemos con los relatos. Y a la vida la atraviesan las historias y mientras respiremos nos seguiremos narrando porque es una conducta antigua. De ahí la vitalidad de la literatura, sea oral o escrita.

Al parecer, esa manía de narrar viene desde los inicios de la civilización, que data de hace unos 11 mil años de antigüedad, en un lugar entre el rio Tigris y Eufrates, llamado Göbekli Tepe. Este lugar es el templo más antiguo del mundo donde nació la religión. Allí se reunieron personas de diferentes creencias para compartir, desde el relato oral, historias de la creación y empezaron a escucharse. Esta conducta se debe porque existe en la condición humana una profunda relación a partir de la ausencia o la presencia de Dios. Tal vez por ello, el hombre vive en busca de los actos religiosos para darle sentido a la existencia.

¡Ah, diosito hermoso que estás recostado en cada historia, no permitas que nos dejemos de narrar! ¡Qué permanezca, hasta el final de los tiempos, la necesidad de comunicarnos y descubrirnos por medio del relato! ¡Qué así sea!

Entre los aspirantes a encabezar la lista a la alcaldía municipal por el partido conservador, Anacleto era el menos opcionado. Tenía en contra que no hizo maestría en cualquier vaina, no frecuentaba la iglesia, no era proselitista y no sobó el hombro a los conservadores que estaban en la Cámara y el Senado.

Se aceptó a Anaclato en la consulta del partido porque sería la diversión necesaria para que Evaristo, el matemático y el mejor candidato, pudiese presentarse como la única opción posible.

En el recinto había 300 personas. Habló la exprimera dama y su discurso se basó sobre la inclusión de la mujer en las empresas del municipio, en la inversión a la primera infancia y en acabar definitivamente la corrupción. Después un comerciante —litigante del alcalde de turno— dijo que llenaría las calles de policías, daría permisos para que los civiles portaran armas y enfatizó que arrancaría de tajo la corrupción.

Cuando llegó el turno de Anacleto hubo un silencio expectante a las estulticias que promovería. Y el partido necesitaba que fuera el gran idiota para que Evaristo pudiese vender la campaña del plan de gobierno, que al final de cuentas era la perpetuación de la misma mierda en diferente empaque.

Anacleto iba vestido con camisa y pantalón negros, zapatillas lustradas y brillantes. Parecía como si en vez de presentar una propuesta para aspirar a ser candidato a la alcaldía asistiera a un funeral. Él alzó la cabeza y miró al público desafiante. Se acercó al micrófono y empezó a hablar:

    —Señoras y señoras, me llamo Anacleto Restrepo Cadavid, tengo 39 años. Hoy estoy frente a ustedes porque aspiro a ser candidato a la alcaldía, espero me puedan elegir y así tener el honor de representarlos.
   —Candidato, por favor, empiece con su plan de gobierno —interrumpió el maestro de ceremonias de manera jocosa.
    —Gracias, trataré de ser lo más sincero posible. El eslogan de mi campaña será: “¿De qué me hablas viejo?”, para negar todo diálogo con el pueblo. Desde la alcaldía promoveré una alianza con el Instituto de Cultura de Antioquia y el Ministerio de Cultura para que Maluma y J Balvin sean los regentes de los valores de convivencia, así garantizaría que nuestros jóvenes tengan corchos en la cabeza en vez de cerebros. Asimismo, crearé el fondo de pensión municipal: “Álvaro Uribe”, para que nadie se jubile, pero que sigan aportando. A la Escuela de Música la trasladaré de la Casa de la Cultura hacia el Acilo con el fin de aburrir a los docentes y renuncien. Es que si somos sinceros, por el excelente funcionamiento, al final la Escuela despertará un público votante que no tendrá compasión con nosotros en las urnas. Por eso, y ese es el papel fundamental de los partidos políticos en Colombia, debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para que el pueblo sea cada vez más analfabeto y pobre. Por ello, prohibiré los métodos de planificación y las clases de educación sexual con el fin de que los pobres se sigan procreando como ratas. Y es precisamente ahí donde trabajaré duro y me esforzaré para que el Secretario de Educación —elegido por mí—, organice una lista de los perfiles de los profesores más mediocres, de voz pausada y dificultades comunicativas, con más de dos hijos y alguna depresión con tratamiento psiquiátrico. Necesitamos a los menos capacitados para que impartan las materias de español, matemáticas, filosofía y sociales en todas las instituciones educativas del municipio; de esta manera, los estudiantes serán la materia prima de las fábricas y nos aseguramos de que nunca aspiren a nada mejor. También, crearé la cátedra “Abudinear a la derecha de la corrupción”, porque es mejor enseñar a robar que a erradicar la corrupción. Y para que mi inutilidad sea recordada, porque es más funcional una campana de goma que un político, pegaré calcomanías de mi rostro en las camionetas municipales…

    —¡Bajen a ese impostor! —gritó Evaristo.
    —¡Blasfemia! —gritó el párroco.
  —¡Policía, llévenlo al calabozo! —gritó el presidente del partido conservador.

A Anacleto le apagaron el micrófono. La policía lo sacó del recinto escoltado. Las personas lo abucheaban.

Evaristo intentó apaciguar la revuelta. Fue imposible. Las personas salieron del recinto. Evaristo se quedó frente al micrófono, sin poder pronunciar el discurso milimétricamente diseñado, como un ejercicio matemático, para vender la estupidez como caviar.

A la semana siguiente, apareció Anacleto desnudo, torturado, con un tiro en la frente, a las orillas del río Medellín.



Por el bien de ambos resto tus besos de mis labios. En este juego soy el que asume las deudas.

 



No hay palabras cuando el anhelo no está 
                                en el radar del corazón
y todos los proyectos en los que invertiste energía
se quedan a mitad de la sensación del fracaso

No hay palabras cuando el fracaso
limpia con algodón el brazo
y el dolor clava la uña en la piel

No hay palabras cuando gritas “yo”
y duele la primera persona del singular
sustancia propia extraviada en la calle
pájaro ciego sin alas

No hay palabras cuando miras los que se van
y queda el miedo como hueco en tu cuerpo
para ver la memoria del mundo perdido.


 25 de enero 2022

Por Juan Camilo Betancur E.

¡Alabad el árbol que desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo!
Bertolt Brecht


Hace poco una amiga me contó que en una reunión de una mesa ambiental ella intentaba explicar la importancia de los árboles en un municipio tan industrializado como Girardota, ubicado al norte del Valle del Aburrá.

La amiga quería manifestarse porque días atrás, en el sector Santa Ana-Guayacanes, la administración taló varios búcaros donde se podía avistar aves como carpinteros reales, pericos, canarios costeños, azulejos, bichifués.

Un honorable concejal —que como Trump cree que el cambio climático es una invención de los chinos— dijo de manera solemne que hay mucho monte para preocuparse de los árboles. Y cortó todo tipo de diálogo.

El servidor público desconoce que desde el año 1979, como mi amiga, hay en el municipio una ciudadanía que se queja por contaminación del aire. No sé qué pesará el servidor público, ahora que el Consejo de Estado falló a favor de la acción popular por el aire. Aunque, después del fallo, no se ven las implementaciones por parte de la administración.

Debido a la indiferencia manifestada por el señor concejal, me aventuré con el grupo de niños, a los que les doy clase de lectoescritura y yoga, para hacer un podcast dedicado a los árboles y su incidencia en la amortiguación del cambio climático. La intención, es demostrarle al concejal, después del podcast y este texto, que los árboles son vitales para nuestra existencia como humanos.

Tal vez, desde la voz de los niños, el concejal y otros políticos le pongan más atención a los informes ambientales que manifiestan que Antioquia es uno de los principales emisores de Gases Efecto Invernadero (GEI) del país. El departamento emite 27,47 millones de toneladas de GEI al año y solo se absorben 3,44 millones. Con más árboles, no había un déficit de 24,03 millones de toneladas de C02 al año.

Además, Girardota, en los años 2012 y 2014, aportó el 24% del total de material particulado (PM) emitido en el Valle de Aburrá y, en el año 2016, el 46%. Esta estadística revela un crecimiento, gracias a las fuentes fijas como la termoeléctrica de la empresa ENKA que requiere de más de 220 toneladas de carbón al día.

Ante esta alarma de la contaminación y la tala acelerada de los bosques, hice un proceso de reportería de tres semanas con los niños. Clasifiqué las respuestas y armé el podcast donde se puede rastrear aspectos primordiales de la mente del infante tales como: el ego, su capacidad argumentativa, la facilidad de formular hipótesis, entre otros que empiezan a moldear su personalidad.

Llevamos 13 podcast que llamamos: “Me revientan los adultos”. Este aporte a la primera infancia, por su contenido educativo y periodístico, obtuvo en el 2020 un estímulo del Ministerio de Cultura “Comparte lo que somos”.

Volviendo al tema que nos compete: el árbol, aparte de ser un pilar fundamental para la vida, es un símbolo de la manifestación divina en las creencias humanas. Por algo es venerado en mitos, leyendas y libros espirituales. Está íntimamente relacionado con el destino de los hombres. De ahí que en la literatura de muchas culturas se hable de: El Árbol Cósmico, El Árbol del Conocimiento y El Árbol de la Vida.

El Árbol Cósmico

Puede representarse como un árbol invertido. Muestra la Creación como un crecimiento descendente. Las semillas se encuentran en el cielo, en el mundo divino, y su corona se extiende sobre el mundo. En algunas culturas como en la India, en sus textos más antiguos como el Atharva Veda aparece el cosmos en la forma de un gran árbol. En los Upanishads, el universo aparece como un árbol invertido.

El Árbol de la Vida

Es el árbol de la eternidad. Pues a través de las estaciones se regenera. Por algo, en muchas mitologías puede aportar la vida eterna. En las tradiciones babilónicas, por ejemplo, se nombra un árbol que es el centro del mundo, el cual ya conocían los sumerios. “En Eridu ha crecido un Kiskanu negro”. Este árbol es el domicilio de los dioses de la fecundidad y de la formación (artes, agricultura, escritura, etc.) y el lugar de reposo de la madre de Ea, la diosa Bau, que es una divinidad de la abundancia, de los rebaños y de la agricultura.

El Árbol del Conocimiento

El árbol que sirve como canal hacia el conocimiento. Es el árbol que conecta con la inteligencia suprema que hay en cada individuo y que conocemos como intuición. Entre muchos ejemplos, en el cristianismo se hablan de dos árboles que se encuentran en el Jardín del Edén: el Árbol de la Verdad y el Árbol de la Vida.


Aparte de estos tres conceptos que han atravesado a múltiples culturas; también, los árboles han sido determinantes en el simbolismo de las historias que repetimos infinidades de veces sin reflexionar en los detalles. O, ¿quién no ha oído hablar de Buda, Cristo o los griegos?

Para empezar, la vida del Buda está ligada a los árboles. Nació en el jardín de Lumbini, en un bosquecillo sagrado. En su niñez lo atrajo la sombra de un manzano. Luego, se sentó en la ribera del río Nairanjana en un bosque sagrado. Al final obtiene su iluminación bajo un árbol.

Por algo, el árbol se considera como fuente de fecundidad, símbolo del centro del mundo, regeneración eterna. Quizá por ello a cada dios griego se le asoció con un árbol. Veamos, Zeus: roble, Poseidón: fresno, Hades: mirto, Hera: manzana o sauce, Atenea: olivo, Apolo: laurel o palma…

Para no ir muy lejos, en el cristianismo el avatar Jesús tuvo como primer maestro a José, un carpintero. Luego, en su crucifixión, la cruz, representa una relación muy singular y oculta con el Árbol de la Vida y del Conocimiento. Pues, es por medio de la cruz que Cristo nace por segunda vez.

Y nombro solo unos casos donde el árbol ha sido protagonista de la historia de algunas culturas y sus avatares. Pero para no quedarme solo en un contexto histórico quisiera cerrar esta reflexión —que detonó la indiferencia del concejal— con un decálogo de los beneficios de los árboles y tal vez, con ello, aporte a que algún lector se anime a abrazar a un árbol, su hermano más antiguo.


1. Combaten el cambio climático
Los árboles absorben el CO2. Almacenan carbono al tiempo que liberan oxígeno al aire. Aunque existen personas como el concejal de Girardota que no creen. Sin embargo, una pequeña cantidad de árboles adultos pueden absorber la cantidad de CO2 producida por un automóvil cada 26 mil millas.

2. Limpian el aire
Los árboles absorben óxidos de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre y ozono y filtran las partículas contaminantes del aire, atrapándolas en sus hojas y corteza.

3. Proporcionan oxígeno
En un año, un acre de árboles adultos puede proporcionar oxígeno para 18 personas. Incluyendo a los políticos y empresarios que insisten en talarlos.

4. Refrescan las calles
La sombra de los árboles en la ciudad puede hacer el papel de una isla fresca en una ola de calor, pues a través de sus hojas libera vapor de agua al aire.

5. Conservan energía
Los hogares con árboles sembrados pueden reducir hasta en un 50 por ciento el uso del aire acondicionado en el verano.

6. Ahorran agua
La sombra de los árboles disminuye la evaporación del agua de los céspedes sedientos. A medida que los árboles transpiran, aumentan la humedad atmosférica.

7. Ayudan a prevenir la contaminación del agua
Los árboles atrapan el agua de lluvia y permiten que fluya por el tronco y a la tierra que está debajo del árbol. Es como una esponja que filtra el agua y la utiliza para alimentar el suministro de agua subterránea.

8. Protegen a los niños de los rayos ultravioletas
Los árboles reducen la exposición a los rayos UV-B, proporcionando protección en los parques donde pasan mucho tiempo al aire libre. Ojalá queden árboles para que a los nietos de los gestores del desastre natural no sufran una epidemia de cáncer en la piel por falta de árboles que amortigüen los rayos UV-B.

9. Proporcionan alimento
Un árbol de frutas proporciona alimento para los humanos, los pájaros y la vida silvestre.

10. Sanan
Se ha demostrado que las personas enfermas que pueden ver árboles desde sus ventanas se sanan más rápido. También, que los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad muestran menos síntomas cuando tienen acceso a la naturaleza.

Dejo otros dos podcasts donde se evidencia el trabajo periodístico y de creación literaria realizado con los niños. El primero es sobre los viajes y sobre los gatos. Además, se relacionan con el cuidado de la naturaleza.

Los viajes