"Estos relatos de Camilo Betancur exploran la condición humana en cuatro niveles desconocidos, ignorados o terribles. Y para interpretarlos hay que entrar en esa otra dimensión, dudando de la realidad tal como se ve en su aspecto mundano. Porque las cosas no son como aparecen, la verdad es lo contrario, la vida está más allá o más adentro, el ser amado es inalcanzable, el sabio es aprendiz y el hombre es pájaro, bestia o limón.

Las cortas historias casi inofensivas o juguetonas presentan rupturas, imposibilidades, mentiras, contradicciones y absurdos, así como la muerte, el más allá, el regreso de la eternidad y la inquietud sobre la realidad que se vive sin sobresaltos. Igualmente, bestias, brujas, magos, poderes ocultos, seres extraños y humanos crueles entran en escena para revelar impredecibles transformaciones y metamorfosis.

Lo anterior solo es posible por el sueño, la imaginación y la creatividad de un escritor sumergido en su mundo interior y en permanente contacto con la realidad circundante".
Óscar Castro García.


La brevedad es un factor indispensable porque nace de la exigencia del momento, pues no es un secreto que en los tiempos actuales el afán caracteriza a la mayoría de las personas porque necesitan informarse lo más rápido posible y por eso evitan las lecturas lentas, rumiantes y cuidadosas por la simple razón de que los desespera.

Es por ello que este libro, “Los errantes”, de microcuentos, llega como pan para el chocolate, como abrigo para el frío, como un abrazo en tiempos de pandemia. Porque este tiempo pandémico nos ha llevado a hacernos preguntas que antes ni se nos ocurría. Y este libro parte de cuatro preguntas que tal vez, algún lector se ha hecho: ¿Qué es la renuncia?, ¿es la muerte el fin?, ¿existen otras formas de vida? y ¿son los sueños una proyección de la cotidianidad? Por cada pregunta en el libro se agrupan los microcuentos en cuatro momentos: Los errantes, los del otro lado, los visitantes y los del ensueño.

A continuación un microcuento en audio, del momento "Los del ensueño". De fondo suena la canción "Viajero" de XOL. Gracias XOL por permitirme utilizar la pita.



Cada personaje que habita el libro “Los errantes”, a su manera, fabrica el destino, transforma su realidad y así triunfa provisionalmente sobre la dificultad. Y toda la atmósfera del libro plantea un universo donde la acción encuentra su forma entre hechos nostálgicos y desesperados, y crea, no obstante, una posible salida en este tiempo, el de las sociedades contemporáneas, de las redes sociales, que se han trasladado al mundo digital para sobrevivir al encierro. Muchos, incluso, olvidan lo que saben de su “antiguo mundo”. Es ahí, donde este libro cobra importancia ya que los personajes, en este libro, aprenden nuevas formas de habitar el mundo. Que tal vez, ojalá sea el caso, inspire al lector a reflexionar sobre su propia vida.








22 de marzo 2021

Por Juan Camilo Betancur E. 

Yo he querido hacer lo mismo en muchos cuentos y he sido admirado por ese hallazgo, que es el hallazgo de Dante en la Edad Media, el de presentar un momento como cifra de una vida.

Jorge Luis Borges

Años atrás un gran amigo y maestro, Oscar Castro, me asesoraba en el libro de microcuentos “Los errantes” y me obsequió el libro “Yo no maté al perrito y otros cuentos de enemigos”, de David Betancourt.

Guardé el libro para leerlo y desapareció. Lo busqué y nada. Años después un amigo llegó con una sonrisa para amortiguar mi enojo y dijo que era un buen libro.

Así que lo leí y me encontré unos cuentos tan impredecibles como una desgracia. Algunos golpearon tan fuerte las bases en las que uno, un lector hembra, ha edificado su vida, que al final no salí igual de ese libro. Sentí tristeza, rabia, ternura y mucha alegría. También, quedé con la sensación de que esos personajes se quedaron en el imaginario de los hombres reales, por lo que sufrían igual que uno al pagar los servicios públicos cada mes o pasaban por una calle silbando y mirando de reojo las piernas de una muchacha.

“Los personajes de mis cuentos son pura gente inventada de la vida real, que a veces se quiere parecer a mí más de la cuenta, pero ahí sí me pongo serio y no la dejo. Que sean ficción ellos que para eso están y a mí que me dejen tranquilo porque, si no, si se empiezan a parecer mucho a mí, les hago lo que les hacía a los personajes de mis primeros cuentos. Ellos saben que yo soy capaz”, dice David.

Quise en un primer momento descifrar cuales elementos hacían que ese libro, “Yo no maté el perrito…” de David fuera tan intenso. En primera instancia, sus relatos tenían una historia, eran cortos, directos y conmovían. Pero había algo más que no descifraba. Y miré ese libro con desconfianza.

Y me llegaban noticias de David. Se ganó el premio de cuento de la Universidad Industrial de Santander y Jorge Gaitán Durán con el libro “Ataques de risa”. También, ganó el V Premio Nacional de Cuento La Cueva con el relato “Beber para contarla”... Se radicó en Puebla-México. Publicó: “Buenos muchachos”, “Una codorniz para la quinceañera y otros absurdos” y “Bebestiario”.

Tiempo después, en el taller de literatura que tenemos en la Casa Cultural Talpa, en Girardota, propuse leer de nuevo el libro de David, “Yo no maté al perrito y otros cuentos de enemigos”, más: “La vida me vive amargando la vida”. Quería desentrañar la obra de David. Como quien dice, dejar sus cuentos desnudos. Y bueno, no sé si lo logramos, pero encontramos cinco elementos que hacen de los cuentos de David relatos imprescindibles y que quedan contándose dentro de uno.

1. Están bien escritos
Tal vez porque David estudió Filología y Periodismo cuente con el criterio, el rigor y el conocimiento para que sus relatos no tengan fallas de ortografía ni frases ambiguas. Esto no distrae al lector. Porque atrapar un lector es tan difícil como agarrar un marrano engrasado. Por eso, el cuidado de un texto exige al escritor pensar cada frase para que el lector no tenga que releerla. Así se empieza a establecer el vínculo entre el relato y el lector. Por eso, una prosa cuidada eleva el relato a otro nivel. Y además de cuidada, espontánea.

2. Se leen de una sentada
Los conflictos que plantea David exigen al lector saber cómo se van a solucionar. Ejemplo, el relato: “Los amigos no existen” hay un atraco. Luego el agresor y agredido, por algunas páginas, son los mejores amigos. O “Yo no maté el perrito”, el conflicto no es original, pero, es importante para los personajes. Es decir, una abuela puede no querer a su nieto y lo culpa de la muerte del perro. No obstante, en el transcurso del cuento la relación entre la abuela y el nieto se pone tensa, absurda y fascinante hasta el punto final. O “Detrás de mí” es un relato donde no suceden giros sorprendentes, pero son los necesarios para alimentar las expectativas del lector. En ese cuento el personaje narrador dialoga con el narrador Omnisciente y esperan la llegada de un maestro, un trascendido. Y al recinto llegan todo tipo de personas. Es una espera aburrida. Pero, el ingenio del escritor lo deja a uno ahí, esperando, sin aburrirlo.

3. Los finales son aceptados
Cuando David termina un relato, uno, el lector, lo acepta como el único final posible. Es un final coherente con la historia. En “Los amigos no existen”, el atracador, que se hace amigo de la víctima, al final termina conquistando a la madre y se fuga con ella. David le da sentido al final de cada cuento y no deja la sensación de truco ni engaño, así utilice trucos y lo engañe a uno. Por ejemplo, en el relato “La vida me vive amargando la vida”, el personaje escritor, en su primera lectura en un lugar de prestigio, termina sucumbiendo a su gran temor y es dormirse en plena lectura.

4. Emocionan
Los relatos de David emocionan y por eso asombran. En el cuento “Último partido" se pasea la tristeza y la alegría. Se narra un partido de fútbol entre muchachos. El encuentro es divertido. Los personajes disfrutan. Hasta que el más calidoso muere con una bala perdida. Así también con el relato “Única oportunidad”, los personajes llevan las cenizas de su amigo al Estadio para que atestigüe que el Deportivo Independiente Medellín por fin quedó campeón. Pero pierde. En ambos relatos la alegría prepara la piel del lector para que el aguijón de la tristeza sea certero e inolvidable. También, en sus relatos se trasmite una experiencia de vida, como es la relación de pareja y el fantasma de la infidelidad en el cuento “Abrázame fuerte”. Son cuentos donde la emoción le permite al lector relacionarse con el personaje porque el lector conoce el sentimiento y ha vivido algo de lo narrado. Por ejemplo, en el relato “La vida me vive amargando la vida”, todos los escritores vemos nuestra inseguridad y el sueño amargo de la fama.

5. Las piezas encajan
Así parezcan espontáneos, ingeniosos, los cuentos de David no suceden por casualidad. En ellos, cada elemento, cada personaje, cada diálogo, tiene una función que lleva al relato hasta el único desenlace posible. Para no alargarme, analizaré un cuento, pero sucede con la mayoría. En el relato “El último partido” David escoge el escenario de un barrio, en las horas en que las señoras salen de misa, hay un escenario, muchachos malos, niñas buenas… se siente el barrio.

Otra pieza es el final. En un buen cuento el final se anuncia sin que el lector lo vea. Esto, para que cuando termine el relato el lector lo acepte porque siempre estuvo ahí, pegado a la nariz. En “El último partido” David mostró el final como si fuera un conejo que metía en un sombrero y desaparecía. Y el conejo nunca se movió del sombrero. Me explico mejor, ese relato empieza con el final: “Cómo no acordarme de tu último partido, Felipe, de tu tragedia”. Luego, en el tercer párrafo repite la frase, pero en forma interrogativa. Y sigue haciendo referencias durante todo el relato cuando repite varias veces “¿Te acordás?”, evocando lo que no está. Y te mete en el partido, en la tocata, en la apuesta, en la llegada del zarco… te distrae del final anunciado hasta que en el último párrafo sucede la muerte de Felipe: “…ahí, tendido en el piso, con tu inocencia, a solo dos goles de la gloria y mamá llevándome a casa de la mano, arrastrándome para que no llore más por vos, sacudiéndome la melancolía…”. Era un final con tragedia meditada.

04 de marzo 2021

Por Juan Camilo Betancur E.


Aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral”. 
Walt Whitman

Un viaje es una aventura a lo desconocido, así se haya planeado. Y el gran viaje es que se hace al olvido. Es cuando se pierden los puntos de referencia y se empieza, por la necesidad de la subsistencia, a descubrir otra forma de relacionarse con la soledad, el dolor, el hambre y la muerte.

Por eso, en esta emisión de Me revientan los adultos vamos a hablar sobre los viajes. Para el programa se hizo un proceso de reportería. Algunos niños hicieron un guión para realizar el programa. Al final, fue un viaje en nombre de la amistad, este hermoso programa, que espero disfruten y les despierte de nuevo las ganas de moverse, de ir a otro lugar, de cambiar de paisaje.

Porque el viajero, el que busca algo de sí en cada viaje, vivencia una metamorfosis de su personalidad. No vuelve a ser el mismo. Y se empieza a ver en él un paisaje interior con fragmentos de los lugares que transita. De este modo, la inmersión del viajero en su ser y en los lugares que transita le permite observar a fondo su condición de buscador de respuestas que le cambian la vida.

Entre las grandes respuestas que encuentra el viajero están los cuatro momentos fundamentales para determinar el encuentro consigo mismo.

El primero: ajeno al paisaje; es cuando el viajero tiene miedo a interactuar con el paisaje.

El segundo: aceptación de la soledad; es cuando el viajero muere en los recuerdos para verse por primera vez y posiblemente encontrar un aliado.

El tercero: las fuerzas internas; es cuando recobra la confianza en sí mismo.

El cuarto: la naturaleza de los actos; es cuando sus actos están en armonía con sus semejantes y la naturaleza.

Por ello, prevalece durante el viaje, como una constante, en cada individuo por la relación que establece con su entorno.