Lo que más me gusta de ella es que en cualquier momento puede desaparecer. Cuando se le antoje puede empacar sus maletas e instalarse en cualquier país. Tal vez sea esa circunstancia la que impide que la pueda atar y por ello no me queda más remedio que verla cada día como si fuera el último. Ella es como una estrella fugaz que por una fracción de segundo atraviesa el cielo antes de desaparecer y en esa fracción de segundo, quizás por su fugacidad, es más importante que todas las otras estrellas. Lo que me atrae es que cuando desaparezca, ella dejará un rastro de luz en el recuerdo que se borrará definitivamente si intento seguirlo.
Desde pequeño creyó que los espejos eran un mundo paralelo donde su reflejo era un ser dependiente de él. Hasta que una mañana lo arrolló un bus y su cuerpo quedó en pedazos, como en llovizna, en el pavimento.
Durante tres noches, al menos eso es lo que recuerda su hermana, Aurelio se despertó a la 1:26 am y escuchó los lamentos de una mujer que lloraba al frente de su habitación. La tercera noche decidió abrir la ventana y ver quien era la que sufría. Pero sintió un frío muy fuerte en el cuello y un deseo irracional de salir a la calle.
Soy una línea
y cuando sonrío
los ojos se achican

Me siento parte
del gran dibujo

Soy una línea
que se siente viento
ante el ocaso.


En su lecho de muerte el escritor entiende las últimas palabras, las que responden a la pregunta de Dios. Mira el mar por la ventana y entiende que es mejor callar. Un ángel lo llama desde la playa que parece un libro de arena con mensajes en otro idioma. Bajo los pies del ser alado algunos  peces saltan salpicando la superficie con pequeñas gotas de agua fluorescentes.