¿Cuál es la vela que se enciende cuando llega la amada?
¿Qué es aquello, que sin irse, se extraña? 
¿De dónde proviene esa ansiedad adictiva que, 
por momentos, encara la soledad y la derrota? 
¿Qué es eso que te hace respirar frenéticamente 
y te hace ver de nuevo los colores? 
¿Qué instinto se despierta 
y hace posibles como avioncitos de papel ante la tormenta? 
¿Quién te habita cuando amas? 
¿Qué ser extraño, maniático, móvil, 
soñador gobierna sobre tus impulsos 
y te hace, por milésima vez, creer de nuevo? 
¿Qué buscas? ¿Qué cosa? ¿Qué sustancia?
 ¿Qué es lo que hay que aprender? 
¿Cuántas velas hay que encender? 
¿Cuántos cuerpos desnudos hay que fundir al ocaso y los suspiros? 
¿Qué eres? ¿Qué anhelas? 
y… ¿Por qué dura tan poco el amor? 
... y sin embargo, parece inagotable.

Yo, soledad con hombre a bordo, saludo el sol con el corazón del niño que todavía soy y sonríe. Agradezco al universo por el viento que mueve todas las cosas y lleva mis propósitos a buen norte. 

Agradezco por la poesía, mi oración del instante que me permite sentir la esencia de Dios efervesciendo en el pecho. 

Agradezco por mi madre porque en su vientre formé la sensibilidad para celebrar la sutileza que hace bellos los detalles. 

Agradezco por mi padre quien puso el obstáculo y la ausencia para que yo aprendiera a ser humilde y aceptara la responsabilidad de ser mi propio padre. 

Agradezco por la vida, la prosperidad material y espiritual porque tengo el derecho cósmico de realizarme, de ser e integrarme a la unidad y la armonía absoluta. 

Agradezco por ser hijo de estas tierras, de estas montañas que me dicen todo el tiempo que no hay que olvidarse de mirar el cielo. 

Agradezco por el amor porque a fuerza de raspones en el alma he llorado como un condenado, pero también, a fuerza de esas caídas me vi obligado a encender la vela que hay en el corazón para calentar el deseo y hacerme uno con el instinto. Así, no amar a trecientas a la vez sino a trecientas en una. 

Agradezco por caminar este sueño de flores y fragancias, por creer en mí mismo, por poder acostarme en una hamaca a escribir, leer y mirar las nubes sin preocupación alguna.

- Necesito un favor. 
- Dime Florentino, en que te puedo ayudar. 
- Bueno, lo que pasa es que me voy a ver con la abogada para hablar lo de la herencia. 
- Ahhh… si y cómo puedo ayudarte. 
- Pues… hermano, prestándome una camisa y un pantalón, es solo por una hora. 
- Está bien, te presto un traje especial, con el que me casé con Ofelia. 
- Ehhh… pero… ehhh… bueno… lo cuidaré como un tesoro. 

 Salí de la casa de Carlos bien organizado y cuidándome de la humedad o el polvo que pudiera adherirse al traje. Llegué a la cita y todo salió bien. La abogada, una mujer regordeta y aseñorada, medio coqueta, me dio la nueva de que había recibido de mi padre, del que no sabía nada desde mi adolescencia, una casa. Para recibirla debía firmar unos papeles y presentarme en juzgados… Toda esa parafernalia. Durante el encuentro me tomé un vaso de leche y éste me revolvió el estómago. Pero, después de dos retorcijones desapareció el malestar. Camino a casa de Carlos, contento por la buena nueva, salté y le di gracias al universo por el primer regalo importante que me hacía. Justo en ese momento, sentí un gas y le di libre salida, pues eso no representaba un problema para el traje, pues no había escuchado de ningún olor que manchara. Además, como estaba de tan buen ánimo… Justo en ese momento sentí un escalofrió en la columna vertebral al descubrir que el pantalón en dril café claro tenía una mancha que debía remediar urgentemente.

El tiempo agrieta el cuerpo y gota a gota el amor se cae de la carne. No alcanza el abismo para aplacar la herida abierta desde antes de la palabra.
"El amor es la poesía de los sentidos" Honoré de Balzac.


Hace unos meses estaba navegando por los caminos misteriosos que pautan los blogger y me encontré con este blog: Algo más que palabras que tenía esa hermosa frase de Balzac. Esa frase me sedujo. Desde entonces lo frecuento y por lo que he leído puedo atreverme a decir que su autora: María, es un personaje silencioso, discreto, cosa que aprecio mucho porque sus textos sugieren más de lo que cuentan. Es por ello, que entre sus líneas se percibe cierta timidez, como la de una muchacha que se ruboriza con un abrazo, pero que con una mirada dice más de lo que uno puede imaginar. Es esa timidez la que hace sus versos valiosos, precisamente por lo que callan. Pareciera que dentro de cada uno de sus poemas hubiera otro poema,  algo más que palabras. 

María también cuenta con el blog: Mi pluma de cristal, que creó hace cinco años y reflexiona sobre sobre su vida, su país y eventos que la conmueven. Pero el blog que reseño es el de Algo más que palabras porque allí insinúa sus sentimientos y emociones como un viento que sopla y eriza la piel. Además, en este blog ella cuenta con una modalidad maravillosa que es la de invitar a algún bloguero para que comparta con ella uno de sus textos. En esta ocasión, este humilde servidor, el chico que se entretiene mirando el cielo para no caerse de la tierra, es el invitado. Por eso, de corazón, le doy las gracias a María e invito a los lectores a que le den una ojeadita a su espacio. Encontraran una mujer a lo largo y ancho de sus textos, pero sensualmente oculta.