Crecemos con el poder de las historias: los relatos de papá, de mamá, de los vecinos. Los valores de convivencia se trasmiten por medio de los cuentos infantiles o las experiencias de vida que nos narran.
Tal vez, al final de nuestra existencia, las historias que contamos y nos cuentan serán trazos en el gran dibujo de la vida que hacemos con los relatos. Y a la vida la atraviesan las historias y mientras respiremos nos seguiremos narrando porque es una conducta antigua. De ahà la vitalidad de la literatura, sea oral o escrita.
Al parecer, esa manÃa de narrar viene desde los inicios de la civilización, que data de hace unos 11 mil años de antigüedad, en un lugar entre el rio Tigris y Eufrates, llamado Göbekli Tepe. Este lugar es el templo más antiguo del mundo donde nació la religión. Allà se reunieron personas de diferentes creencias para compartir, desde el relato oral, historias de la creación y empezaron a escucharse. Esta conducta se debe porque existe en la condición humana una profunda relación a partir de la ausencia o la presencia de Dios. Tal vez por ello, el hombre vive en busca de los actos religiosos para darle sentido a la existencia.