El huerto


Remuevo la tierra. La desmenuzo hasta dejar una superficie arenosa y suave. Con las manos voy formando los surcos. Luego, busco en los bolsillos las semillas de girasol que voy depositando en los montones de tierra. A cada semilla le pongo una intención. De esta manera por cada brote recibo algunas palabras que me ayudan a vivir en armonía con mis seres queridos. Después, remojo y me siento a observar el huerto, donde la posibilidad es una flor que visitan los pájaros del cielo.

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