El enjambre, libro de poemas de autor desconocido

08 de febrero 2020
Por Juan Camilo Betancur E.
Hace poco llegó a mis manos un libro de poemas, sin autor, titulado Enjambre. Me inquietó que no estuviera firmado. Este detalle me interesó porque el autor no quiere recibir los créditos. Cuando esta época está plagada de poetas que frecuentan los escenarios, las lecturas, las charlas y esos eventos que algunos escritores anhelamos, a veces, más que la misma literatura. Pero no, aquí no es el caso y hay que celebrarlo.

Enjambre remite a las abejas. Título sugestivo, sobre todo por la triste situación de las abejas en la actualidad. Sin embargo, el libro es una colmena pequeña de 14 poemas-abejas, sin reina, que intentan vengarse de una sociedad liderada por políticos sin voluntad política que aman las ciudades, la deforestación y a la extinción masiva de especies. Ante esto, el autor se pronuncia en su poema Cállate tus ideas revolucionarias: “qué es la sociedad?/ hormigueros y más hormigueros/ produciendo desierto”. 

Por otro lado, el poemario, así no esté firmado, deja ver a su autor, como si se tratara de un personaje de cuento. Esto porque tiene los tres elementos de la creación literaria: el personaje, el ambiente y la voz. En el primero se personifica, en el segundo crea un ambiente para moverse y en el tercero establece una forma de expresarse. Así que trataré mostrar al autor, así no tenga idea de quién es, por medio de estos tres elementos.

El personaje: es escritor joven, de 33 años, citadino, andariego, incendiario y ebrio por la emoción. Estos detalles en conjunto dejan al poeta en la superficie de los sentidos y esto hace que a veces se distorsione la mirada revolucionaria (que desea trasmitir el personaje) en un dolor de vida ante el mundo. Por ejemplo, el poema Niño en busca de forma dice: “recuerdo que vagaba y no había nadie/ a quien quisiera ver y me entretenía/ tan fácil dando vueltas alrededor”. Estos versos evocan al solitario de largas caminatas que habla consigo mismo para acompañarse. No hay nada más deprimente e importante. Así también se ve en el poema Advertencia a los enemigos: “cuando escribo con mansedumbre escribo mal/ el signo de nuestros tiempos es la cobardía/ disfrazada de prudencia/ he acumulado 33 años de libertad para nada/ ya nadie arriesga el pellejo”. 

El ambiente: es la ciudad y a la noche. La ciudad se ve claramente en el poema Bloque: “hay algo detenido en las ciudades/ que no es el tráfico de la tarde”. Y la noche en el texto Insurrección: “siempre un nuevo plan en el bolsillo/ para batirse en la noche”. En ambos escenarios hay iglesias y parques. También calles con semáforos, policías, papas bombas y esquinas. Así se ve en el poema Soy el que vaga en la noche: “de vez en cuando me paro en una esquina/ afilada por la angustia y aúllo aúllo aúllo”. Y es en la ciudad, donde el personaje poeta deja ver sus obsesiones y delirios. 

La voz: es la tensión o tono que crea una atmósfera de intimidad. En este caso la voz está en el terreno de lo ilusorio ya que nace de un impulso incendiario, intrascendente y necesario que afirma la posibilidad de lo inaudito de un espíritu juvenil que abraza el dolor y la soledad. Por ejemplo, el poema Niño en busca de forma dice: “sombra estremecida por un viento nocturno/ en busca de su cuerpo”, como si el cuerpo del poeta fuera la misma noche, pero el cuerpo del poeta padece el dolor y le gusta. Así se evidencia en el poema Soy el que vaga en la noche: “una música de agujas cayendo/ me obliga a seguir andando”. Y anda solo. Y no hay nada más desgarrador que la soledad de un poeta joven porque tiene la mística de lo terrible, que le impide estar quieto. Tal vez, por ello busca silencio en la noche ya que no hay tanto ruido en la ciudad. Tal vez, necesita la soledad para escuchar la voz interior, la fundamental, como lo dice en el poema Mi voz: “como una canoa que se desliza velozmente/ sobre un agua tranquila/ sobre una agua turbia/ mi voz se derrama sobre las cosas”.

4 coment�rios:

Anónimo dijo...

Tengo que ponerme en desacuerdo con tu frase: "Estos detalles en conjunto dejan al poeta en la superficie de los sentidos y esto hace que a veces se distorsione la mirada revolucionaria (que desea trasmitir el personaje) en un dolor de vida ante el mundo". El aullido de alguno de mis versos, es cierto que puede confundirse con un lamento, pero es un llamado. No al incendio de los bosques, como hace la terrible naturaleza, sino al incendio de los corazones. El autor.

Juan Camilo dijo...

Ah, me alegra que eso sea en lo único que esté en desacuerdo, entonces al incendio de los corazones tus versos, que son hermosos y ya no tan anónimos.

عبده العمراوى dijo...
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Anónimo dijo...

Por cuestiones de rebusque de su autor "anónimo", llegó a mis manos una fotocopia (¿o ejemplar?, no lo sé) de la obrita y más parece el divertimento de un diletante que la obra consciente y consistente de un poeta de oficio. Adolece del patetismo y del raciocinio en exceso propios de una mente dada a narrar sus propias cuitas, antes que a explorar mundos poéticos superiores (o modestamente inferiores, como la poesía social que pretende). Me imagino al autor recabando en sus libretas de carnicero el material delirante que no encajaba con el resto de su vida prosaica y de poner una línea tras otra llegó a la conclusión de que tenía un libro de "poemas". El que sea anónimo sé explica en una de sus frases más clishés "ya nadie arriesga su pellejo"... lo que deja en evidencia lo pusilánime del autor, que supongo cree sus versos "malditos" o "incendiarios" para un pueblo pacato como Girardota, cuando solo demuestra su provincialismo. A veces, como en este desafortunado caso, el mejor utensilio de la poesía es la tijera, y no la pluma.