Trabajo en un bar hace varios meses. Meses en los que la noche es el escenario de mis impresiones. Bueno, no más bagatelas, al grano, esto no es un acto poético sino una anécdota. Luego hablaré del bar, de su gente, de su espacio, del sexo, del licor.
En el bar peleé. Y fue muy diferente a lo que me habÃa imaginado. Antes caminaba por la calle e imaginaba que me daba a golpes con un transeúnte. Que le partÃa la cara con mis manos. Siempre habÃa creÃdo que a la hora de golpear a otro lo harÃa con palmaditas. Pero cuando el transeúnte me miraba inclinaba la cabeza y seguÃa de largo. Me daba pánico que hiciera mi sueño realidad. Un cobarde por naturaleza.
Al bar llegó un tipejo y fue directo al baño. Cuando salió, después de orinar, de tocarse el pájaro para tener fuerzas de realizar su cometido, empezó a tumbar las sillas y las mesas y a patearlas. En ese instante hablaba con otro man sobre la crisis del dólar y el desempleo que ha ocasionado. TenÃa un vaso de agua en la mano.
Miré como caÃan las sillas. Llamé al intruso.
- Oee
Él me miró y sin pensarlo le lancé el vaso. Luego salà y sin saber cómo, sin explicarme el por qué de la reacción, me enceguecÃ. Lo puñetee. Fue fantástico. Hubo un momento en que me veÃa a mi mismo dándole puños y sonreÃa. Era extraño. No sentÃa los golpes que le daba y más le daba porque querÃa sentir en la mano lo que era reventar a otro.
Las gafas cayeron lejos. El man se levantó medio atontado y se marchó. Empecé a buscar las gafas. Las encontré. Les faltaba un lente. Lo busqué. Lo puse. Al ponerme las gafas estaban empañadas. Las limpié. Lo curioso es que en el ajetreo se arreglaron las gafas. Antes las habÃa dañado, me habÃa sentado en ellas y me quedaban torcidas. Pero con lo de la pelea quedaron como nuevas.
La mano se hincho. Trabajé igual. Ese dÃa me invitaron a varÃas cervezas. Fumé hierba. Era una especie de superhéroe de pacotilla. No estaba ni triste ni alegre, solo tenÃa la mano hinchada. No tenÃa rencor, solo dolor de mano. Al llegar a casa me miré la mano y me quejé. Era horrible el dolor.
Ha pasado una semana y no he vuelto a ver al tipo. Me gustarÃa verlo. No sé bien por qué, pero verlo. Pues todavÃa tengo la mano izquierda buena.
4 coment�rios:
cami, no te vuelvo a frentear en comentarios. a lo mejor me das un gancho de izquierda con potencia de nube...
Vaya, que violento sós, la verdad es que no me parece que te jactés de ello.
El primer golpe es algo parecido a la yerva, con el tiempo sentirás otras necesidades.
Un hombre verdadero necesita llegar al homicidio. Eso nos lo dijo Profirio Barbajacob,aunque para fines prácticos en nuestros tiempos de leyes que no permiten a todos los hombres ser hombres, sino sólo a aquellos que son útiles para el sistema, te aconsejo alquilar un Xbox.
Att: Isaak
Yo no te imagino a vos en esas, tan inofensivo que pareces.
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