La mutaciĆ³n

Los enfermos se buscan. Se encuentran, se violentan, se contagian, se sufren, se ladran, se maltratan y cuando se alivian se marchan.

Estoy enfermo. Lo sĆ© y mis actos son efectos segundarios. Padezco una mutaciĆ³n. Me transformo en perro. Con los dĆ­as el perro que llevo dentro de mĆ­ es mĆ”s autĆ³nomo.

Saberlo no sirve de nada. Igual las cosas llegan sin que pueda evitarlas. Voy perdiendo la batalla.

ƚltimamente exhibo mi animalidad sin vergĆ¼enza. AsĆ­ como un perro menea la cola y ladra yo hablo y actĆŗo

A veces, camino a casa, me acompaƱan unos panas. Lucas y los otros de la manada que cuidan en bar donde trabajo los fines de semana. Voy como si fuera parte de ellos. Alzo la pata y orino. Acto seguido ellos orinan conmigo. Sonrƭo y me asusto. Comparto mi humidad con ellos asƭ como ellos comparten su animalidad conmigo. El puente es el orƭn. De alguna manera somos fraternos.

Hasta tengo una serie de poemas sobre un perro. Antes de que el perro alce la pata y… se titula. Algo de raro debe de haber en esos poemas. Tal vez es el registro de mi mutaciĆ³n.

Me comporto como un perro callejero. Soy un perro callejero. Me siento un perro callejero con cara de perro domƩstico.

El fin de semana pasada, especƭficamente el domingo, amanecƭ con un guayabo puntudo. No tengo novia y no sabƭa que hacer para calmar el deseo. Y llamƩ a una pelada de Bello. Pactamos que venƭa a eso de las tres de la tarde.

Me baƱƩ. Me estreguĆ© bien las pelotas. VerifiquĆ© cada uno de mis Ć³rganos fueran aĆŗn mĆ­os y no del perro que me crece por dentro. A las tres estaba en la entrada de la iglesia mĆ”s hombre que perro.

Caminamos hasta la casa. Me tomƩ un vaso de agua. Entramos a la pieza. Quise estar reposado y que ella hablara un poco. No querƭa que mi sed de ella me delatara. Me dijo hola y la besƩ.

Mierda. Me le tirƩ encima. Un animal. La desvestƭ y juguƩ con su cuerpo. Guao.

QuerĆ­a penetrarla, saciar mi instinto. Cuando estuve dentro ella brincĆ³ y dijo que no, que afuera lo que quisiera. Adentro no. Ummm…

Fresca le dije. TenĆ­a que demostrar que podĆ­a controlar la situaciĆ³n. En silencio mirĆ© el techo. Guao. Me preguntĆ³ si me vine y si eso era sexo. Le dijo no a las dos preguntas. Que ella no sabĆ­a que era eso y que tenĆ­a un trauma. Que algo en ella se activaba como mecanismo de defensa cuando las cosas se le salĆ­an de control. Cuando empezaba a sentir cosas que no entendĆ­a se alteraba y se alejaba como si eso fuera una herejĆ­a.

No me contestĆ³ y volvĆ­ a su cuerpo. Guao. Lo mismo. El brinco y mi condiciĆ³n de iniciado. Guao. Mierda. Guao.

Me dijo que yo no estaba hecho para el amor y que mientras no dejara de idealizar a la mujer no estarƭa con ninguna. Cierto, dije, pero asumo mi soledad sino empeƱo mis sentidos en lo que siento. No quiero decirle a una mujer te quiero como deporte para llegar a su sexo. Si quiero follar follo y lo digo sin rodeos ni mentiras. Quiero decir te quiero cuando no me de miedo tirarme de cabeza al abismo sin importar si pierdo la vida. Con usted no se puede, me dijo.

VolvĆ­ a su cuerpo, esta vez con mĆ”s furia, con el ego herido y no busquĆ© su sexo. Guao. Me le montĆ© por detrĆ”s. EchĆ© saliva en sus nalgas. LamĆ­ su espalda. Me movĆ­. Me fabriquĆ© una penetraciĆ³n fuera de ella, pero en ella. TenĆ­a que ladrar, de alguna manera ladrar, moverme, lamer, ladrar, guao, guao… LadrĆ© sobre su espalda. Moje su espalda y cuando estaba listo para ser domesticado ella se fue. Guao. AdiĆ³s. Calle. Guao. Otra perrita. Guao.


3 coment�rios:

Juan Sebastian Acosta dijo...

"Guao, adios. calle, otra perrita..."
No seas tan hijue... jajaja
Todos tenemos unos rasgos animalescos que tratamos de llevar con decoro. Tu texto es una propuesta a reconocer lo animal del ser hombre, lo animal de ser tan humano. Bacano por eso.

!PERROS DEL MUNDO UNIOS!

AnĆ³nimo dijo...

Ecce Homo.

AnĆ³nimo dijo...

me pusiste los pelos de punta. No sƩ si insultarte o animarte a qye sigas escribiendo