¿Seré poeta?



Me inscribí para leer en una velada poética.
Asistí al evento.
Pero nunca me llamaron a leer.
Tampoco insistí.
Y mejor que no leí.
En cuestión de minutos
la desazón me hizo anhelar el encierro de mi casa.
Pues
los organizadores se proclamaron “poetas magnos”.
Y declamaron, de manera sobreactuada,
con gestos que deforman el rostro,
poemas de poetas muertos que no pudieron defenderse.
Y sus aplausos fueron igual de inútiles
que la primera rebanada del pan Bimbo.
Y después leyeron sus propios poemas.
Gastaron innecesariamente el aplauso de la mano.
¿¡Tal vez los envidió?!
Tal vez quiero lucirme como el último rayo de sol.
Aunque eso le valga rábano al sol.
No sé.
Me confundo ante el mercado de la estupidez
de buenos fondos económicos.



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