Me revientan los adultos: Los árboles

  06 de marzo 2023

Por Juan Camilo Betancur E.

¡Alabad el árbol que desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo!
Bertolt Brecht

Hace poco una amiga me contó que en una reunión de una mesa ambiental ella intentaba explicar la importancia de los árboles en un municipio tan industrializado como Girardota, ubicado al norte del Valle del Aburrá.


La amiga quería manifestarse porque días atrás, en el sector Santa Ana-Guayacanes, la administración taló varios búcaros donde se podía avistar aves como carpinteros reales, pericos, canarios costeños, azulejos, bichifués.

Un honorable concejal —que como Trump cree que el cambio climático es una invención de los chinos— dijo de manera solemne que hay mucho monte para preocuparse de los árboles. Y cortó todo tipo de diálogo.

El servidor público desconoce que desde el año 1979, como mi amiga, hay en el municipio una ciudadanía que se queja por contaminación del aire. No sé qué pesará el servidor público, ahora que el Consejo de Estado falló a favor de la acción popular por el aire. Aunque, después del fallo, no se ven las implementaciones por parte de la administración.

Debido a la indiferencia manifestada por el señor concejal, me aventuré con el grupo de niños, a los que les doy clase de lectoescritura y yoga, para hacer un podcast dedicado a los árboles y su incidencia en la amortiguación del cambio climático. La inten-ción, es demostrarle al concejal, después del podcast y este texto, que los árboles son vitales para nuestra existencia como humanos.

Tal vez, desde la voz de los niños, el concejal y otros políticos le pongan más atención a los informes ambientales que manifiestan que Antioquia es uno de los principales emisores de Gases Efecto Invernadero (GEI) del país. El departamento emite 27,47 millones de toneladas de GEI al año y solo se absorben 3,44 millones. Con más árboles, no había un déficit de 24,03 millones de toneladas de C02 al año.

Además, Girardota, en los años 2012 y 2014, aportó el 24% del total de material particulado (PM) emitido en el Valle de Aburrá y, en el año 2016, el 46%. Esta estadística revela un crecimiento, gracias a las fuentes fijas como la termoeléctrica de la empresa ENKA que requiere de más de 220 toneladas de carbón al día.

Ante esta alarma de la contaminación y la tala acelerada de los bosques, hice un proceso de reportería de tres semanas con los niños. Clasifiqué las respuestas y armé el podcast donde se puede rastrear aspectos primordiales de la mente del infante tales como: el ego, su capacidad argumentativa, la facilidad de formular hipótesis, entre otros que empiezan a moldear su personalidad.

Llevamos 13 podcast que llamamos: “Me revientan los adul- tos”. Este aporte a la primera infancia, por su contenido educativo y periodístico, obtuvo en el 2020 un estímulo del Ministerio de Cultura “Comparte lo que somos” y en el 2022 fue finalista en la modalidad de radio, en el I Premio de Perio-dismo sobre cambio clímatica Ángela Restrepo Moreno.

Volviendo al tema que nos compete: el árbol, aparte de ser un pilar fundamental para la vida, es un símbolo de la manifesta-ción divina en las creencias humanas. Por algo es venerado en mitos, leyendas y libros espirituales. Está íntimamente relacionado con el destino de los hombres. De ahí que en la literatura de muchas culturas se hable de: El Árbol Cósmico, El Árbol del Conocimiento y El Árbol de la Vida.


El Árbol Cósmico: Puede representarse como un árbol invertido. Muestra la Creación como un crecimiento descendente. Las semillas se encuentran en el cielo, en el mundo divino, y su corona se extiende sobre el mundo. En algunas culturas como en la India, en sus textos más antiguos como el Atharva Veda aparece el cosmos en la forma de un gran árbol. En los Upanishads, el universo aparece como un árbol invertido.

El Árbol de la Vida: Es el árbol de la eternidad. Pues a través de las estaciones se regenera. Por algo, en muchas mitologías puede aportar la vida eterna. En las tradiciones babilónicas, por ejemplo, se nombra un árbol que es el centro del mundo, el cual ya conocían los sumerios. “En Eridu ha crecido un Kiskanu negro”. Este árbol es el domicilio de los dioses de la fecundidad y de la formación (artes, agricultura, escritura, etc.) y el lugar de reposo de la madre de Ea, la diosa Bau, que es una divinidad de la abundancia, de los rebaños y de la agricultura.

El Árbol del Conocimiento: El árbol que sirve como canal hacia el conocimiento. Es el árbol que conecta con la inteligencia suprema que hay en cada individuo y que conocemos como intuición. Entre muchos ejemplos, en el cristianismo se hablan de dos árboles que se encuentran en el Jardín del Edén: el Árbol de la Verdad y el Árbol de la Vida.

Aparte de estos tres conceptos que han atravesado a múltiples culturas; también, los árboles han sido determinantes en el simbolismo de las historias que repetimos infinidades de veces sin reflexionar en los detalles. O, ¿quién no ha oído hablar de Buda, Cristo o los griegos?

Para empezar, la vida del Buda está ligada a los árboles. Nació en el jardín de Lumbini, en un bosquecillo sagrado. En su niñez lo atrajo la sombra de un manzano. Luego, se sentó en la ribera del río Nairanjana en un bosque sagrado. Al final obtiene su iluminación bajo un árbol.

Por algo, el árbol se considera como fuente de fecundidad, símbolo del centro del mundo, regeneración eterna. Quizá por ello a cada dios griego se le asoció con un árbol. Veamos, Zeus: roble, Poseidón: fresno, Hades: mirto, Hera: manzana o sauce, Atenea: olivo, Apolo: laurel o palma…

Para no ir muy lejos, en el cristianismo el avatar Jesús tuvo como primer maestro a José, un carpintero. Luego, en su crucifixión, la cruz, representa una relación muy singular y oculta con el Árbol de la Vida y del Conocimiento. Pues, es por medio de la cruz que Cristo nace por segunda vez.

Y nombro solo unos casos donde el árbol ha sido protagonista de la historia de algunas culturas y sus avatares. Pero para no quedarme solo en un contexto histórico quisiera cerrar esta reflexión —que detonó la indiferencia del concejal— con un decálogo de los beneficios de los árboles y tal vez, con ello, aporte a que algún lector se anime a abrazar a un árbol, su hermano más antiguo.

1. Combaten el cambio climático
Los árboles absorben el CO2. Almacenan carbono al tiempo que liberan oxígeno al aire. Aunque existen personas como el concejal de Girardota que no creen. Sin embargo, una pequeña cantidad de árboles adultos pueden absorber la cantidad de CO2 producida por un automóvil cada 26 mil millas.

2. Limpian el aire
Los árboles absorben óxidos de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre y ozono y filtran las partículas contaminantes del aire, atrapándolas en sus hojas y corteza.

3. Proporcionan oxígeno
En un año, un acre de árboles adultos puede proporcionar oxígeno para 18 personas. Incluyendo a los políticos y empresarios que insisten en talarlos.

4. Refrescan las calles
La sombra de los árboles en la ciudad puede hacer el papel de una isla fresca en una ola de calor, pues a través de sus hojas libera vapor de agua al aire.

5. Conservan energía
Los hogares con árboles sembrados pueden reducir hasta en un 50 por ciento el uso del aire acondicionado en el verano.

6. Ahorran agua
La sombra de los árboles disminuye la evaporación del agua de los céspedes sedientos. A medida que los árboles transpiran, aumentan la humedad atmosférica.

7. Ayudan a prevenir la contaminación del agua
Los árboles atrapan el agua de lluvia y permiten que fluya por el tronco y a la tierra que está debajo del árbol. Es como una esponja que filtra el agua y la utiliza para alimentar el suministro de agua subterránea.

8. Protegen a los niños de los rayos ultravioletas
Los árboles reducen la exposición a los rayos UV-B, proporcionando protección en los parques donde pasan mucho tiempo al aire libre. Ojalá queden árboles para que a los nietos de los gestores del desastre natural no sufran una epidemia de cáncer en la piel por falta de árboles que amortigüen los rayos UV-B.

9. Proporcionan alimento
Un árbol de frutas proporciona alimento para los humanos, los pájaros y la vida silvestre.

10. Sanan
Se ha demostrado que las personas enfermas que pueden ver árboles desde sus ventanas se sanan más rápido. También, que los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad muestran menos síntomas cuando tienen acceso a la naturaleza.

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