Patricia Correa, la maestra de promociĆ³n de lectura que hizo amenas las salas de espera

17 de agosto 2019
Por Juan Camilo Betancur E.


Protegedme de la sabidurĆ­a que no llora, de la filosofĆ­a que no rĆ­e y de la grandeza que no se inclina ante los niƱos”.
Khalil Gibran

EscuchĆ© decir que un maestro es aquel que responde directo a las preguntas, sin rodeos. Es aquel que da con gracia lo que con gracia recibiĆ³. Esta acepciĆ³n es precisa para la sociĆ³loga Patricia Correa. La mujer que hizo de los ambientes hospitalarios un espacio propicio para la promociĆ³n de lectura infantil.

Debido a su trabajo y el proyecto “Palabras que acompaƱan” (auspiciado por el laboratorio GlaxoSmithKline) Patricia aprendiĆ³ sobre la relaciĆ³n del sistema de salud, las tensiones que se generan en los hospitales y clĆ­nicas y logrĆ³ que los padres se dieran cuenta, en espacios no convencionales, que a los niƱos les gusta los libros y que muchas veces los entretiene mĆ”s que un televisor. 

El proyecto de “Palabras que acompaƱan” empezĆ³ en abril del 2002 en doce instituciones en BogotĆ”. Progresivamente se abriĆ³ en ciudades como MedellĆ­n, Cali, Manizales. En el 2003 se extiende a Cartagena, Barranquilla y Bucaramanga. En el momento atienden en promedio unos 43 hospitales. El 90% de las instituciones son pĆŗblicas. Aunque tambiĆ©n estĆ”n en centros privados. Sin embargo, sea en una instituciĆ³n privada o pĆŗblica, los niƱos, segĆŗn la sociĆ³loga, cuando estĆ”n enfermos siguen siendo niƱos sin importar el estrato. 

Este proyecto cuenta con el ingenio y la intuiciĆ³n de una mujer como Patricia que ha logrado con personas de todos los estratos y niveles educativos la empatĆ­a, la capacidad de llegar a consensos, el trabajo en equipo y con esto utilizar el poder institucional para ir mĆ”s allĆ” del beneficio personal y sensibilizar en los hospitales a niƱos enfermos con la lectura de cuentos infantiles y asĆ­ hacer de la literatura, una medicina para el espĆ­ritu.

Este proyecto que se expande por las ciudades mĆ”s importantes de Colombia es un avance social, polĆ­tico y econĆ³mico para el paĆ­s porque toca el nĆŗcleo familiar y lo acompaƱa a travĆ©s de la lectura de cuentos infantiles. Pues, esta lectura de cuentos mejora sustancialmente las familias porque muchos de los niƱos evolucionan mejor de sus enfermedades al tener la posibilidad de escuchar la lectura de un libro, el acompaƱamiento de un adulto diferente a sus padres y la posibilidad de soƱar con las historias que escuchan y comparten con sus familias.

ConocĆ­ el proyecto en el aƱo 2011, cuando trabajaba como docente de primera infancia en la Comuna 13 de MedellĆ­n. Estuve en un evento donde compartieron las experiencias de promociĆ³n de lectura mĆ”s exitosas del paĆ­s. En ese momento, al ver el impacto que generaba el proyecto de “Palabras que acompaƱan” quise conocer a Patricia para saber mĆ”s de cĆ³mo trabajar la lectura con primera infancia en espacios no convencionales. Pues, por ese entonces les leĆ­a cuentos a niƱos entre 4 a 6 aƱos y no lograba cautivarlos mĆ”s de 15 minutos. No obstante, tal vez por falta de constancia o inexperiencia de reportero,  no logrĆ© contactar a  Patricia y me di a la idea de que ella era una fuente difĆ­cil de rastrear.

AƱos despuĆ©s, fui corresponsal de primera infancia en MedellĆ­n del portal de Magured del Ministerio de Cultura. Me encargaron cubrir “El primer Seminario Taller: Primara infancia y espacios para la lectura en ambientes hospitalarios” que organizĆ³ el Ministerio Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia en el Parque Biblioteca San Javier. AdemĆ”s, era el primer evento de esta magnitud que se hacĆ­a en el paĆ­s, y liderado por una mujer. Acudieron bibliotecarios pĆŗblicos, algunos agentes educativos y culturales de todo el departamento de Antioquia. DespuĆ©s de los protocolos escuchĆ© el nombre de la ponente: “la sociĆ³loga Patricia Correa” y sentĆ­ que la conocĆ­a de alguna parte. Durante unas horas no logrĆ© identificar de donde la conocĆ­a. Incluso hablĆ© con ella para explicarle mi rol de periodista del evento, pero no me explicaba por quĆ© se me hacĆ­a tan familiar su nombre. Luego, recordĆ© el  proyecto “Palabras que acompaƱan” cuando ella lo expuso como una experiencia vital. En ese momento me asustĆ© porque el universo me dio la oportunidad de conocer a una de las mujeres mĆ”s influyentes en el Ć”mbito de la promociĆ³n de lectura en el paĆ­s. Una mujer que deseĆ© profundamente conocer aƱos atrĆ”s. AsĆ­ que no desaprovechĆ© la oportunidad y conversĆ© con ella.

A continuaciĆ³n les comparto esta entrevista, producto de una serie de preguntas que le hice a Patricia Correa y en sus respuestas encontrĆ© una palabra que toca el alma, el corazĆ³n y las tripas.  


¿CĆ³mo serĆ­a una educaciĆ³n inicial para que un niƱo sea un ser Ć­ntegro?
El problema es pensar la educaciĆ³n por estancos. Es decir, por un tiempo es competencia de unos miembros de la sociedad. LlĆ”mese la familia o las personas a cargo de los niƱos mĆ”s chiquitos hasta que los reciben en los jardines infantiles. En ese momento los papĆ”s asisten a las reuniones y estĆ”n pendientes de los procesos de sus hijos. Pero van creciendo y los papĆ”s asisten menos. Cuando el proceso educativo es un proceso de transmisiĆ³n porque todos los que llegamos antes tenemos el sagrado deber de transmitirle lo mejor de nuestra cultura a los que reciĆ©n llegan para que se integren de la mejor manera. Pienso ese proceso en estancos: La familia, el jardĆ­n, la escuela y luego uno los suelta. Pero no es que se les suelte del todo porque los niƱos siguen vinculados fundamentalmente a la familia. A lo que voy, es que la educaciĆ³n no es solo inicial sino para toda la vida. No es solo por momentos o por funciones sociales sino un proceso de transmisiĆ³n de siempre. Por eso, cuando se piensa en la primera infancia se piensa en la familia. 

Hablabas de la responsabilidad como resultado de una decisiĆ³n. ¿PodrĆ­as ampliar el significado de esa frase?
Cada uno de los que estamos aquĆ­ tenemos una cuota de responsabilidad. Es decir, los niƱos son responsabilidad de toda la sociedad. Desde que se decide tener un hijo, deseado o no deseado, ojala deseado, se adquiere una responsabilidad que se acaba con la muerte del padre o la madre. El vĆ­nculo emocional y el papel de la construcciĆ³n psĆ­quica del otro continĆŗan. Por ello, los valores se aprenden con modelos coherentes de respeto o el ejemplo. Es decir, uno tiene que asumir sus responsabilidades. La misma palabra lo dice, “responsabilidad” significa: Responder por las consecuencias de una decisiĆ³n o acciĆ³n que uno estĆ© realizando. Ahora, las responsabilidades no son culpas. Si me sitĆŗo en el terreno de la culpa no hay salida. Pero si me sitĆŗo en el campo de la responsabilidad encuentro soluciones. AdemĆ”s, las herramientas para asumir la responsabilidad cambian. No es lo mismo la responsabilidad cuando tienes veinte aƱos o todo lo que sabes cuando tienes sesenta. Por eso es que en las comunidades de antes, ya no tanto, los mĆ”s viejos eran los mĆ”s escuchados. Ya les habĆ­a pasado un montĆ³n de cosas y habĆ­an enfrentado un montĆ³n de responsabilidades. Por eso, cuando decido tener un hijo asumo la responsabilidad de esa decisiĆ³n. Lo otro, es que los papĆ”s creen que si castigan al hijo lo van a traumatizar, lo mismo si lo consienten demasiado. Cuando un padre se pone en ese plano se ubica en el terreno de la culpa. Y para evitar la culpa los papĆ”s han ido entregando y delegando su saber. Es una cosa gravĆ­sima pensar que los papĆ”s no saben. Por eso, hay que devolver a la familia su saber en la crianza y en el acompaƱamiento del desarrollo del nuevo ser. ¡Si sabemos! ¡EstĆ” en los genes!

Dictaste, a nivel paĆ­s, el primer Semillero Taller: Primera infancia y espacios para la lectura en ambientes hospitalarios ¿CuĆ”l es aporte a la sociedad con este Semillero Taller?
En este taller se toca la relaciĆ³n con la familia y con los otros miembros de la sociedad: Bibliotecarios, maestros… Mostrando que tambiĆ©n otras personas pueden aportar al proceso. Alguien dice, no recuerdo el nombre, que donde hay un niƱo hay un adulto. Es decir, el bebĆ© no se puede mover solo. Las crĆ­as humanas son mucho mĆ”s dependientes que cualquier otra crĆ­a. Los niƱos no tienen la posibilidad de independizarse de sus padres como sĆ­ se independizan otras crĆ­as. Su supervivencia depende por lo menos de un adulto. Por eso, un taller como este, que se propone desde la Biblioteca Nacional y desde el Ministerio de Cultura sobre lectura en la primera infancia sabe que pasa por la familia. Esta comprensiĆ³n permite decirle a la familia que desde que nace el bebĆ© hay que acompaƱar a los padres. Conectar con la sensibilidad de ese adulto para que pueda transmitirla al bebĆ©. Entonces se crea un espacio para los padres y los hijos diferente al de la cotidianidad, diferente al del lenguaje fĆ”ctico. Esto da permiso al lenguaje del relato. Entonces los papĆ”s encuentran que tienen historias que le pueden contar a sus hijos de cuando eran pequeƱos. A los niƱos les encanta saber que los papĆ”s tambiĆ©n eran pequeƱos. AsĆ­ se enamoran de la lengua del relato que es la que despuĆ©s encontrarĆ”n en la literatura impresa, en el cine. AdemĆ”s, entienden que no se tiene que ser cantante de Ć³pera para cantarle al niƱo y arrullarlo. Un ejemplo, en una entrevista a Maurice Sendak, autor de “Donde viven los monstruos”, dice que cuando su padre le leĆ­a lo tenĆ­a sobre sus piernas y que Ć©l asocia la lectura con el olor de su papĆ”, con el calor de su papĆ”. Y si eso les pasa a los niƱos es algo que nunca van a olvidar. Esa sensaciĆ³n queda en el cerebro, en el corazĆ³n y en la tripa. Claro, eso no quiere decir que ese niƱo se vuelva el superlector, pero su relaciĆ³n con la lengua es fuerte en todas sus dimensiones. 

Mencionaste en el taller que los arrullos se acabaron. ¿CĆ³mo es eso?
Cuidado, no estoy diciendo que no hay mĆŗsica para niƱos. Hay nueva mĆŗsica infantil latinoamericana. Es un movimiento muy serio. A lo que voy es que en todas las culturas humanas existe el arrullo a los niƱos. Hay referencias desde los neandertales. Los arrullos son un hacer que se transmite oralmente de generaciĆ³n a generaciĆ³n y se transformaba con las interrelaciones culturales. En nuestros arrullos hay informaciĆ³n de nanas de los espaƱoles del aƱo 1.500. TambiĆ©n hay arrullos que se rastrean desde MĆ©xico hasta Argentina y que en los distintos paĆ­ses tienen variaciones rĆ­tmicas y en sus textos. Claro, esto se da mucho mĆ”s desde el lado femenino. Pues los abuelos contaban los relatos de miedo y de cĆ³mo era que se hacĆ­a antes y ahĆ­ transmitĆ­an un montĆ³n de valores. Pero el canto era mĆ”s femenino. Por lo menos el canto de la nana y el arrullo. Por ejemplo, la niƱa que era arrullada a la vez arrullaba a las muƱecas, luego a sus hijos y nietos. Eso permitĆ­a continuidad. Pero, cuando la mujer se incorporĆ³ a la fuerza laboral fuera de casa ya no le quedĆ³ tiempo para los arrullos. ¿A quĆ© horas esa mujer va a cantar? Por ello, a muchas de las mujeres de ahora no les cantaron. Eso no se les transmitiĆ³ ¿CĆ³mo van hacerlo? Como se sabe el oĆ­do es el primer y el Ćŗltimo sentido que se cierra. Entonces el bebĆ© oye la champeta desde que estĆ” en el vientre. Lo duermen con la champeta y el vallenato y ese es su mundo sonoro. Cuando la nana y el arrullo cumplen una funciĆ³n importante y es calmar, tranquilizar y conectarse con la emocionalidad del bebĆ©. Los arrullos son vitales para el desarrollo inicial de los primeros meses del niƱo, la construcciĆ³n de esa psiquis inicial, del vĆ­nculo del bebĆ© con la madre… y eso no estĆ” en la champeta ni en ninguno de esos ritmos populares. 

Tu profesiĆ³n es la sociologĆ­a. ¿Por quĆ© nunca la ejerciste? 
SalĆ­ de bachillerato y querĆ­a ser la primera Jacques-Yves Cousteaude de Colombia y por otro lado amaba leer. QuerĆ­a estudiar BiologĆ­a o FilosofĆ­a y Letras. En la Universidad de Antioquia iniciĆ© BiologĆ­a. Hice cuatro semestres y al tiempo ingresĆ© a la Escuela de Artes de la universidad a estudiar teatro. LlegĆ³ un momento en que la escuela se cerrĆ³ para transformarse en facultad. Por esos dĆ­as, en BiologĆ­a, nos llevaron al nacimiento del rĆ­o MedellĆ­n a tomar muestras. Luego, pasamos un semestre completo analizando las muestras de un solo dĆ­a. Fue cuando entendĆ­ que eso no era lo mĆ­o porque necesitaba la gente y estar afuera. Tampoco seguĆ­ con el teatro porque cerraron la escuela. No quise esperar, menos en los 70 con lo que estaba pasando a nivel polĆ­tico en el paĆ­s. Entonces decidĆ­ estudiar SociologĆ­a porque ofrecĆ­a un trabajo cultural y social importante. AprendĆ­ mucho. Por ese tiempo tambiĆ©n me casĆ© y tuve mi primer hijo y empecĆ© a trabajar medio tiempo en la guarderĆ­a Mirringa Mirronga con MarĆ­a Cristina GĆ³mez. AllĆ” descubrĆ­ la maravilla de trabajar con los niƱos. MarĆ­a Cristina fue una gran maestra. Tengo una imagen de ella. Siempre preguntaba quiĆ©n querĆ­a hacer tal cosa, sin obligar a nadie. Ella decĆ­a: “¿QuiĆ©n quiere venir conmigo a leer? Ella tomaba un libro de poesĆ­a que no tenĆ­a muchas ilustraciones. Ella se ubicaba en un rincĆ³n de un patio y todos los niƱos iban a escucharla. No habĆ­a nada que compitiera con MarĆ­a Cristina, ni la arenera. Eso me mostrĆ³ lo que querĆ­a hacer.

¿CĆ³mo llegas a trabajar con ambientes hospitalarios?
Me fui de MedellĆ­n. VivĆ­ en Cali. Estuve cerca del grupo de Gloria RincĆ³n. AllĆ” los niƱos eran los que marcaban el ritmo y tomaban muchas decisiones. Por ejemplo, hicimos un libro y los niƱos lo escribieron a mano. Entonces se preocuparon por la caligrafĆ­a y la ortografĆ­a porque los iban a leer. Descubrieron que la ortografĆ­a tiene sentido, igual que un semĆ”foro en rojo. Es decir, entendieron que la norma tiene sentido. Pero cuando la norma no tiene sentido o no te la explican, entonces no la entiendes y la violas. Y la ortografĆ­a, la morfologĆ­a y la sintaxis tienen la funciĆ³n de que el mensaje llegue claro. Eso lo entendieron niƱos de siete aƱos. ComprendĆ­ que los niƱos se comprometen con sus procesos de aprendizaje cuando hay sentido. DespuĆ©s me trasladĆ© a BogotĆ” y lleguĆ© a ACLIJ (AsociaciĆ³n Colombiana para el Libro Infantil y Juvenil) que hoy es Fundalectura. AllĆ­ encontrĆ© a MarĆ­a Elvira Charria, una gran maestra. MarĆ­a Elvira, estando en el CERLALC (El Centro Regional para el Fomento del Libro en AmĆ©rica Latina y el Caribe) junto a GeneviĆØve Patte, una bibliotecaria francesa, y con la gente de CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) en MĆ©xico, construyen el proyecto: “Leamos de la mano de papĆ” y mamĆ””. GeneviĆØve Patte fue la directora de una biblioteca en un barrio a las afueras de Paris y trabajĆ³ una propuesta integral desde la biblioteca hacia la comunidad involucrando a la familia. TambiĆ©n con el trabajo de ACCES (Acciones Culturales Contra Exclusiones y Segregaciones) se empieza a promover la lectura en espacios no convencionales, pero donde estuvieran los bebĆ©s con las familias. AsĆ­ involucrar a la familia en un espacio donde haya un reconocimiento del niƱo como lector. Entonces lanzan, a partir de la propuesta de GeneviĆØve y de ACCES, la propuesta de “Leamos de la mano de papĆ” y mamĆ”” para AmĆ©rica Latina. En ese encuentro habĆ­a gente de Argentina, Venezuela, Ecuador, PanamĆ”, Nicaragua, Honduras, Colombia y MĆ©xico. Luego, nos seguimos citando una vez al aƱo en MĆ©xico con GeneviĆØve a trabajar los componentes del programa. La condiciĆ³n era que cada uno de los participantes abriera una sala para replicar lo aprendido. Por Colombia estuvimos Graciela Prieto del Ministerio de Cultura y yo. En ese entonces tenĆ­a a mi hijo muy chiquito y su pediatra era la directora de pediatrĆ­a del hospital de la policĆ­a. Le dije que querĆ­a leer en el hospital y aceptĆ³. EmpecĆ© a leer en la sala de espera. AdemĆ”s, el tiempo de la enfermedad es un tiempo de espera. Esperas a que el mĆ©dico te atienda, esperas los resultados del laboratorio, esperas el efecto del tratamiento, esperas a que todo funcione; es una espera que a veces es muy larga, es una espera atravesada por angustias, dolores fĆ­sicos y emocionales.

¿CĆ³mo inicia tu manĆ­a por comprar libros infantiles?
EmpezĆ³ con la voz del relato de mi madre. Ella me contaba historias todas las tardes. Para ella es una urgencia leer. Mi papĆ” leĆ­a mucho la prensa. En una Ć©poca de problemas econĆ³micos Ć©l llegaba por las noches y nos leĆ­a un libro maravilloso que despuĆ©s me enterĆ© que era "Las mil y una noches". A Ć©l le encantaba comprar libros. DespuĆ©s, cuando mejorĆ³ la economĆ­a, tenĆ­a muchos libros en la casa. Yo tuve libros ilustrados. LeĆ­a en el quicio de mi casa. Me hice lectora. Tanto que me volaba de clase para leer en la biblioteca. En el bachillerato me leĆ­ los rusos. En la universidad descubrĆ­ los libros de fotografĆ­a y los de arte y me pasaba tardes mirĆ”ndolos. De ahĆ­ surge esa fascinaciĆ³n por los relatos y por la imagen. AdemĆ”s, veo mucho cine. Entonces, cuando los recursos lo permiten empiezo a comprar libros infantiles. No compro sin evaluar. La idea es donar esos libros, quiero que sean un fondo para una biblioteca infantil. 

¿CuĆ”l es el libro que mĆ”s has regalado?
Para adultos el libro que mĆ”s he regalado es "Amor en los tiempos del cĆ³lera". Es para mĆ­, el libro por excelencia de MĆ”rquez. Ese libro es un tratado sobre la mujer, sobre lo femenino. De investigaciĆ³n, "Lecturas: del espacio Ć­ntimo al espacio pĆŗblico" de Michele Petit. Y el infantil que mĆ”s regalo es "Todo lo que deseo para ti" de Henrike Wilson y Jutta Richter.

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