"Es un personaje
netamente Colombiano, andariego y proletario, con arterias de alambre y corazón
de madera; hijo de padre desconocido, que nació en algún lugar de nuestra
geografía Andina..."
David Puerta Zuluaga
David Puerta Zuluaga
El tiple es un instrumento misterioso, de
pueblo, que en el siglo XIX se convierte en un fenómeno cultural. Tanto que de cuatro
órdenes dobles con una de las dos cuerdas más delgada que la otra, pero afinada
al unísono; pasa a cuatro órdenes triples, con dos requintillas a los extremos
y una más gruesa en el centro.
Muchos lo amaron y recorrieron las
montañas y los llanos llevando sus
sonidos. De entre esos músicos surge un hombre que estaba destinado a
convertirse en uno de los exponentes más prolíficos quién recibe La
Orden de la Democracia, Grado Caballero (Congreso de la República) como mejor tiplista del mundo. Esta distinción también la recibió el
Binomio de Oro y Joe Arroyo.
Este músico se llama
Guillermo Puerta y nace en 1957 en Medellín. Luego se traslada con su familia a
la vereda Platanito-Gorardota, romería de músicos. Desde párvulo su vida es una
hazaña. A los tres años, sin que nadie le dijera cómo, tocaba el tiple. A los 8
años estuvo con maestros como Elkin Pérez y se dedicó a la guitarra dejando a
un lado el tiple. A los 10 años integró una
orquesta de niños, poco después de comprarse su primera guitarra que le
costó 450 pesos: “Todos los domingos no
faltaba gente en la casa y me daban plata, la echaban en la caja de resonancia
del tiple”.
Nació con gracia divina y
por ello las instituciones educativas querían
tenerlo como carta de presentación. Pero, este joven virtuoso perdió algunos
años, le iba mal con la disciplina y obtuvo uno en música. Sin embargo, al
terminar el bachillerato le ofrecieron becas universitarias. Una vez fue a
clases a Bellas Artes. Se enteró de que mientras montaba un tema con partituras
montaba 4 a oído. Fue cuando tomó la
decisión de convertirse en autodidacta.
El
tiple llega de nuevo con el amor
Conformó un grupo mixto
llamado Los Cisnes e invitó a Silvia
a que tocara. Durante los ensayos ella lo veía al escondido. Él supo que ese
era el inicio de la relación. Luego se retiran del grupo y forman el dueto Silvia y Guillermo donde el tiple más que acompañar era el que
punteaba. Se ganaron 12 festivales nacionales seguidos, entre ellos el Mono Núñez.
Después, a los 25 años se separan y de
la unión quedan cuatro hijos. Guillermo se dedica a ser solista y gana El Festival Nacional del Tiple Pedro Nel Martínez. Descubre que al tiple con la pajuela puede extraerle más de 60 sonidos. Entonces decide incursionar en la música clásica. Esto
lo lleva a dar un concierto a Alemania, a principio de la década de los noventa,
cuando interpreta la sinfonía de Mozart.
El
reino de la luz
Guillermo no ensaya las
canciones sino que las medita. Este método lo encontró con los Gnósticos a los 18
años. Por ello, sostiene que no necesita
buscar en google información sobre la música de sus ancestros. Él puede visitarlos:
“Uno tiene un estado alfa, un estado betha y un estado theta al dormir. En el estado alfa escucho todo y compongo. En
ese estado me comuniqué con mi padre en el cielo. Yo he pasado el túnel de la
luz.”
Esta anécdota la recuerda
porque quedó inconclusa. Cuenta que le llevó una partitura con 4 obras a su
padre que estaba vestido con la misma ropa que fue sepultado. Al verlo,
Guillermo le expresó que quería unos arreglos. Su papá recibió las partituras y
desapareció. Guillermo no quiso mirarlo porque en el cielo no se puede mirar
para atrás, se pierde el aprendizaje. Tampoco
se puede preguntar cosas extraterrestres.
Al rato llegó su padre asegurándole que solo había arreglado dos obras. Ambos
se sentaron bajo un árbol hasta que Guillermo preguntó quién iba a tocarlas. Al
instante, entre las nubes, a lo lejos, aparecieron cuatro ángeles con cítaras. Parecían
dos mil artistas o 15 sinfónicas juntas. Ambos lloraron. Al final Guillermo hizo
el viaje de regreso a casa. Cuando estaba
a unos metros de su lecho lo despertó Diana, su actual compañera. Él abrió los
ojos sobresaltado. Ella habló sin saber que a él en ese estado no se le puede
hablar. Pues siempre que compone mientras duerme lo escribe en silencio al
despertar. Pero ese día no fue así y todavía no las recuerda.
El
malabarismo instrumental
Cuando va a subir a un
escenario le dice a Dios que interpreté por él las canciones. Asegura que en
algunos conciertos no es él el que toca. Hay alguien más. Solo pasa cuando el concierto es impecable. Pues, cuando
algún músico se equivoca inmediatamente sale del trance. Claro, de eso no se entera el público. La
gente se queda en el plano terrenal y se asombra al verlo jugar con sus instrumentos
porque juega a hacer cosas muy serias. Por ejemplo: puede desafinar la guitarra
mientras toca una canción y vuelve afinarla, también busca sonidos con botellas
y se mueve con tal sincronía que un gesto es igual a un cambio de nota.
Como un niño sigue jugando y
por eso se ha convertido en un maestro que sabe que no hay otra forma de ser
feliz. De ahí que siga vigente en la música. Pues aquel que conoce la historia
conserva las raíces, sabe a dónde va y
aprende a vibrar, como una cuerda afinada, con el universo.
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