Cuentas saldadas


Hay un momento en la historia de todo hombre que el instinto deja de primar, por el hecho de que el fruto de los encuentros se basa más en los enredos emocionales que en la posibilidad de estar bien consigo mismo. Eso lo entendió José cuando vio por ultima vez  a Julia. Ellos se  habían aferrado a la idea de un imposible que les ayudaba a soportar la cotidianidad con sus parejas. Sin embargo, en el último encuentro José se sintió distinto. Era como si por las grietas que había hecho de sus relaciones entrara por fin la luz de la cordura y se sintió algo incómodo al saber que en casa lo esperaba su esposa. Intentó dialogar con Julia y ella, desconcertada, con el rostro descompuesto, como si los gestos no encontraran una expresión, le dijo que ese era el último encuentro. Él quiso detenerla, como en otras ocasiones, sin embargo, esta vez, la dejó ir. No sabía muy bien porqué, pero se sentía tranquilo  y sin culpa.   

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