Me distraen todas las mujeres hermosas. Ellas son alimento a los ojos. Por ello, las feas, gracias a Dios, me son indiferentes. No soportaría ver con el mismo deseo a feas y hermosas. Explotarían las corneas como bombas de aire.
Confieso que me gustaría con todas y entrar en ellas para luego partir. Así ensanchar el vacío de mí con rostros de ellas. Rostros que entre más los veo más me gusta ver porque al instante los olvido. Tocarlas y entrar. Tocarlas y besarlas. Tocarlas y dejarlas por otras que también tocaré. Tocarlas y construir de todas una Eva trasatlántica que olvide entre mis brazos, cada mañana, cuando ella sea doscientas.