El amor, un juego de contrarios
No entiendo cómo la mujer me genera tantas cosas en la boca del estómago. Nada tan extraño como un “te quiero” después del beso. Sabe a jugo de mora a las tres de la tarde de un día de verano, a carcasa de mujer para mi clavo sin soldadura, a segundos de placer por semanas de cortejo.La mujer imaginaria...