La lluvia multicolor


Cuando llueve el cuerpo es más íntimo. Lo saben aquellos que se abisman en el asiento del bus, al margen del paisaje, contenidos en un arrebato de frio y desconsuelo. Medio ven el agua como aliento de la tarde empañando los cristales y con las manos hacen un círculo. Aceptan la fragilidad. Ante la lluvia no pueden fingir.
Lo saben aquellos que se escampan bajo la carpa de una panadería con los hombros caídos y las manos en los bolsillos, sin postura. Así no defienden idea alguna y se dan el tiempo suficiente para observar los matices fluorescentes reflejados en las charcas de las calles que siempre caminan. Las calles vacías con uno que otro transeúnte.

Lo saben aquellos que leen y son devotos del ocio contemplativo, del ocio que concibe la estética de la vida digna. Porque cuando se dispone de tiempo para respirar se puede ver, de pronto, a través de la ventana, en el intermedio de una lectura, los tajados bajo la lluvia cobijados por una aureola blancuzca y pequeños arcoíris.

Lo saben aquellos que llevan paraguas y escuchan el impacto de las gotas de agua y se conmueven con el tamborileo grave de múltiples dedos.
Lo saben aquellos que aún se desgastan en empresas sin causa y huelen la ciudad después de llover. La ciudad que huele a naranja madura empezando a podrir, a desagüe estancado, a plomo y amoniaco. Entonces el regocijo y las ganas de un café amargo y negro, caliente y dulce, espeso y fuerte.

3 coment�rios:

corazoncito dijo...

Me gustan mucho sus escritos!!

k.ann

sin nombre dijo...

dormir bajo el son de la lluvia es bueno, pero es mas bueno intentar descubrir el amor bajo ella

Djuna dijo...

la imagen y el café me los quedo.