XII
El Perro entra a la iglesia aunque digan que los caninos no son bienvenidos.
Observa a la gente y en apariencia se ven buenos,
pero les importa un pito los mandamientos.
De los diez que le fueron entregados a Moisés, infringen once.
El otro que no fue incluido por ese viejo arbitrario y caprichoso
no era menos importante: “amarás la naturaleza como a ti mismo”.
Sucede al contrario, la mayorÃa de humanos tratan la naturaleza
como si fuera la hija bastarda de Dios.
Además, los actos de los hombres han modificado las milenarias leyes.
En su incoherencia los mandamientos de Moisés quedarÃan asÃ:
Amar los centros comerciales sobre todas las cosas.
Tomar el nombre de Dios como artesanÃa de mercado de miserias.
Santificar las fiestas con licor y pólvora (cosa aterradora para los perros).
Deshonra a tus padres y a tus hijos exige que te honren.
Mata con la palabra y el pensamiento porque otros lo hacen con ametralladora.
Comente actos impuros y justifÃcate en el otro.
Roba y esconde la mano.
Miente porque eres hijo del paÃs de los falsos positivos.
Se concupiscente e impuro aunque te bañes todos los dÃas.
Codicia lo ajeno y lánzate de alcalde.
El Perro siente una mano cálida sobre su lomo. Mueve la cola.
Algo superior le sugiere volver al campo y buscar un rico hueso.
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