Ella se recuesta en una silla. Lo primero que hace es echarse un aceite de esencias florales en la piel. Luego se pone un sombrero y unas gafas oscuras. Se queda, casi desnuda, recibiendo el sol por más de dos horas. Sus senos tienen un tono rosado con bordes verduscos; sus piernas largas, con algunas tunas, se abren un poco. En ese momento se escucha el silbido que produce las hojas de la caña de azúcar al tocarme. Ella empieza a suspirar. Comprimo todos los músculos y me dejo ir en una corriente de aire hacía su cuerpo. Siento su calor y su respiración agitada se parece al silbido las hojas de la caña de azúcar. Me deslizo por sus labios, mejillas, cuello... Ella abre la boca y pasa la lengua por sus labios dejando caer un pétalo húmedo. Hago un giro de 90 grados y recojo el pétalo. Con su olor a rosa voy feliz a recorrer otros jardines.
FUI MÁGICO
Hace 14 horas
2 coment�rios:
Ese es el encanto que tienen las flores...
Preciosa entrada Juan, te dejo un fuerte abrazo, bella jornada!
Cristina
Gracias por sus palabras. Es un encanto leerte.
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