EngaƱosa muerte

Desde siempre me ha inquietado la muerte. Desde muy pelao quise explicaciones sobre el tema. No entendƭa el por quƩ la muerte generaba tanto dolor y miedo. Querƭa sentir ese miedo y ese dolor para saber que era la muerte. Pero nada. Muerte puta. Te busquƩ donde no estabas.

Me subƭ a un Ɣrbol de ciruela que con un poquito de sal en una bolsa. Me sentƩ en un gajo, cogƭ una ciruela, la mordƭ, le echƩ sal. MirƩ el cielo y juguƩ a desaparecer nubes. GuardƩ la fruta en los bolsillos. Una, dos, tres frutas. EsperƩ y la muerte nada.

Me sentĆ© en el tejado a eso de las siete de la noche. LlevĆ© conmigo una cobija. Me enrollĆ©. TenĆ­a un machete de palo. HabĆ­a hecho el machete con mis propias manos. QuerĆ­a robarle la guadaƱa a la muerte. LlegĆ³ el frĆ­o, el miedo, los cocuyos, el silencio, los zancudos y la muerte nada.

EmpecĆ© el cuaderno de religiĆ³n al revĆ©s. Cursaba cuarto de primaria. De la Ćŗltima pĆ”gina a la primera. PensĆ© que si escribĆ­a al revĆ©s podĆ­a volver al pasado, a lo que era antes de estar vivo, que sospechĆ© era estar muerto. CreĆ­ que si escribĆ­a al revĆ©s yo crecerĆ­a al revĆ©s. En vez de llegar a viejo retornarĆ­a el Ćŗtero a verle la cara a la muerte. Nada. Lo del cuaderno no funcionĆ³. La profesora me dejĆ³ toda una semana, en los descansos, pasando el cuaderno al derecho.

BusquĆ© la muerte en las mujeres. Las amĆ© con odio. Las odiĆ© con ternura. Me odiĆ© en ellas. Me amĆ© en ellas. IntentĆ© morirme en ellas. Me asustĆ© en ellas. HuĆ­ de todas la mujeres que me dijeron te quiero mientras se cortaban las uƱas. SentĆ­ que algo tramaban. ¿Cuando crecieran de nuevo las uƱas quĆ©? Por eso el semen fue un aullido, una peticiĆ³n a la furia y a la desesperaciĆ³n. El semen fue mi grito lĆ­quido. Semen en la cama, en el baƱo, en el recuerdo, en la cara, en la mano, en el estĆ³mago, en el piso, en el miedo, en los calzoncillos, en los sueƱos, en la vida. Semen y olvido, mi legado. PensĆ© que la muerte tenĆ­a tetas y culo y la busquĆ© en todas las mujeres. Las penetrĆ© queriĆ©ndome quedar dentro de ellas, en sus vientres. Quedarme allĆ­ calientito, a oscuras, buscando el verdadero rostro de la muerte. Pero fue imposible. Esa idea de muerte me dejĆ³ mĆ”s vivo y mĆ”s triste y mĆ”s lleno de semen.

Me quedĆ© callado en la pieza dejĆ”ndome morir. Miraba el techo. Techo destechado, techo de techos, escenario de vacios, techo techĆ³n, te echo de menos techo, por techo como techo me abrumo, techo techito techo hijueputa. Sin respuestas. Me quedĆ© con los ojos pegados al techo. Quise ser techo, materia inanimada. No sentir para no buscar. Entonces sino buscaba la muerte me encontraba. Pero nada. Me dormĆ­ y despertĆ© yo en mĆ­, separado del techo y de la muerte.

Escribƭ conjuros para invocar a la muerte. Escribƭ pƔginas y cuadernos. Creƭ que asƭ ella accedƭa a mis llamados. PensƩ que nos verƭamos la cara de hombre a muerte, de muerte a muerte. Toneladas de palabras sin uso. Palabras en el basurero. Palabras pegadas con alfileres del techo. Palabras trituradas entre los dientes. Palabras empolvadas de olvido. Palabras que alzaron vuelo como pƔjaros y desaparecieron para siempre. Palabras aplastadas por los buses. Palabras encerradas con purina de engorde. Palabras con colmillos afilados, siempre hambrientas, sedientas de poetas chillones y afeminados, para salvar la literatura de una hecatombe.

Luego callĆ©. Ni una palabra. La definiciĆ³n es definiciĆ³n, divisiĆ³n de la cosa. Si digo Ć”rbol, el Ć”rbol es el Ć”rbol y no todo el paisaje. Entonces pensĆ© que si no nombraba la muerte ella serĆ­a todo el paisaje y no la muerte. Una hormiga, una montaƱa, una pichada, una gotera, una nube… eran muerte. Pero el silencio era otro dialogo, otra divisiĆ³n de de las cosas, otra enajenaciĆ³n de la muerte.

BusquĆ© la muerte en la familia, en el colegio, en las mujeres, en los amigos, en los atardeceres, en los libros, el las nubes, en el miedo, en la lujuria, en la yerba, en la poesĆ­a, en la vida… Pero la muerte nada. Inalcanzable. Muerte a prueba de bĆŗsquedas. Muerte a todas las distancias y misterios. Siempre estuvo en mis ojos.

5 coment�rios:

Jhoed dijo...

Cami: ya te dije que no se quĆ© comentar, tus textos lo dejan a uno como en una especie de parĆ”lisis... solo me genera una inquietud... ¿para quĆ© querĆ­as encontrar con esa obseciĆ³n a la muerte? estamos agonizando, y buscamos cualquier cosa para hacer a lo mejor para evadir esa agonĆ­a irremediable... por ejemplo, buacarla con desenfreno.

Jhoed dijo...

Cami: ya te dije que no se quĆ© comentar, tus textos lo dejan a uno como en una especie de parĆ”lisis... solo me genera una inquietud... ¿para quĆ© querĆ­as encontrar con esa obseciĆ³n a la muerte? estamos agonizando, y buscamos cualquier cosa para hacer a lo mejor para evadir esa agonĆ­a irremediable... por ejemplo, buacarla con desenfreno.

M. Gallinazo dijo...

y no le llora mucho el ojo al parpadear?

Juan Camilo dijo...

Claro Mauro. Todo el tiempo. Pero, curiosamente, me lloran mƔs los ojos cuando no lo veo.

Unknown dijo...

La bĆŗsqueda de la muerte desde una parte tan distante como lo es la vida es un poco dificil, para encontrar la muerte en sĆ­ solo se necesita un poco de valor y una forma muy contundente para autoliquidarse.
Claro estĆ” que lo que se trata de buscar es la muerte como generalizaciĆ³n de sentimientos, pero la muerte desde este punto de vista es muy parecida al amor. PodrĆ­a compararse al maldito dolor que nos deja el desasĆ³n de enamorarnos y despuĆ©s querer romper ese vĆ­nculo del amor para estar en paz y no sentir la muerte que nos atormenta en cada instante en que sentimos que algĆŗn dia morirĆ” el amor.
jejjejeje, un poquito enrredado el comentario pero queria pegarmele al tema, sonaba bueno.
Cami un abrazo y no me pierdo ninguno de los post que vas posteando(spanish-English) -valga la redundancia-.