2. El Edén de los santeros

 

 En la casa de Andrés vi frente al baño dos mesas juntas, como un altar, con recipientes de cerámica de varios colores. Uno de los recipientes, el más oscuro, tenía dos espadas de madera cruzadas y envueltas con una tela negra en la parte superior. En la primera mesa había cinco tinajas, la del centro era azul, frente a ella en un platillo se sostenía una virgencilla morena, la de la Regla (también representa al santo Yemaya) de no más de ocho centímetros de alta. En la mesa del lado una imagen de la virgen María, la estatua de San Lázaro (el santo más famoso que el 17 de diciembre lleva a la muchedumbre a la calle), cinco vasos con agua, una muñeca negra con vestido blanco que sostenía un platillo de madera y sobre el platillo un tabaco. Bajo las mesas había platillos con cabezas de arcilla algo deformes, dulces, arroz, piedras, billetes, manillas de colores y tabacos a medio fumar.

Le pregunté a Bertha lo que significaba y ella sonrió. Sus ojos se achicaron y me explicó lo que significaban. Admito que entendí poco porque ella hablaba muy rápido y se comía, como todos los cubanos, la última sílaba de cada palabra. Igual entendí y supe de su sensibilidad con lo onírico. Tiene sueños proféticos. Se despierta con un número que después cae en la lotería. Pero no los juega porque la lotería está prohibida en la isla. 

Bertha nació en la Habana del Este, en el reparto (barrio) Camilo Cienfuegos, allí conoció a Andrés cuando él estaba de servicio. Ella creció con sus hermanas y hermanos. Hasta hace dos años la santería le interesaba pero no se había animado a practicarla. Pero en el 2013 recibió a Yemaya, que es la madre de todos los hijos en la tierra y representa la maternidad. Se simboliza con las olas del mar porque su baile es como las olas. Al recibir el orisha a Bertha le raparon la cabeza porque era su segundo nacimiento. De la misma manera que un bebé. Anduvo con un pañuelo por algún tiempo. Para ese día se hizo un vestido azul, porque ese era el color de su santo. Ese vestido se lo pone cada que el santo cumple años. Ese día organiza el altar en su casa con telas de todos los colores. El vestido se lo pondrá hasta que muera. Incluso, será sepultada con él. 

Las tinajas están adornadas con flores y maracas que Bertha toca entre días. En ellas hay secretos, pócimas, trabajos que cada santero hace según sus necesidades. Al día siguiente de estar en la casa de Bertha tomamos una guagua rumbo a la casa de sus hermanas. Al llegar me saludaron y me ofrecieron un trago de ron. Siempre hay ron y cigarrillos. Saludé a Antonio Rivarto Rodríguez, más conocido como Tony, un negro acuerpado, cuñado de Bertha. Él tenía una roncha que parecía un barro gigante sobre el hueso occipital. Se veía la roseta en la cabeza pelada. Tenía fiebre y desaliento. Me dijo que fue la picadura de un mosco. Si lo pican en el rostro lo pueden desfigurar. Esto se debe a una debilidad que se da con la conexión con su deidad, Changó. 

Tony, aspirante a santero, trabaja hace más de dos décadas como supervisor en una telefónica. Nació el cuatro de diciembre, día en que se celebra la fiesta de Changó, uno de los santos más famosos en Cuba. Ese día se tocan los tambores. Los adeptos bailan extasiados. Tanto que si los pinchan con una aguja no sienten. Me contó uno de los trabajos donde combatió con un compañero que quería hacerle daño. Tony tomó la posición de la defensiva. Pero cuando se sintió acorralado consiguió tres tabacos y con un alambre los perforó por la mitad. En tres papelitos anotó el nombre de la persona. A cada papel le echó pólvora, lo envolvió y lo introdujo al tabaco. Dos de los tabacos los echó en la tinaja. El tercero lo dejó por fuera. Este último lo fumaba tres veces al día. Lo prendía, le daba unas caladas y luego lo dejaba. Así se fumaba al enemigo. Lo hacía en defensa personal. Nunca ha utilizado la santería para dañar a nadie. Dice que Olofin es el que da y quita la vida. Pero si debe defenderse lo hará porque está preparado. En noviembre del 2014, el enemigo de Tony, falleció de un paro cardiaco.

Los santos o los orishas son las tinajas. Por ejemplo: Osain vive en un güiro adornado con plumas; Changó en un pilón de madera, barro o porcelana, adornado con hachas y espadas; Oggún se representa en un caldero de hierro de tres patas. Los guerreros, Eleggua, Oggún y Ochosi viven junto a la puerta de la calle, cerrados en un pequeño armario... 

Cada santero tiene un santo y un muerto que lo cuida. El santero recompensa a sus guardianes con sacrificios de animales o con ofrendas. De ahí que en la Habana sea habitual encontrarse en la acera de una calle animales muertos: un gato, un gallo, un perro o una paloma. Algunos santeros van al cementerio y hacen la ceremonia para adquirir el acompañamiento del difunto. Éste los guiará en el camino. Con la filiación al espíritu reciben información que les ayuda a prevenir accidentes, predecir el futuro, defenderse de enemigos y curar. 

Son incontables las familias que practican la santería. Por eso, en Cuba muchos van más por fines religiosos que por la revolución. Llegan personas desde México, República Dominicana, Venezuela, Colombia… 

Es común ver santeras en la calle vendiendo el arte de la adivinación. Muchos cubanos, en especial las cubanas, hicieron de la santería una actividad rentable. Se sientan con sus atuendos, vestidos llamativos, cartas, caracoles, cocos (cuatro pedazos que son el oráculo que comunica con los muertos), el tabaco y cobran según la billetera del cliente. 

Sin embargo, existen santeras o personas con habilidades extraordinarias (no necesariamente santeras) que te pueden mirar y hablarte, sin explicación alguna, sobre tu vida. Con un par de parpadeos pueden ver el pasado, el presente y el futuro. En la casa de la familia de Bertha, cuando hablaba con Tony sobre Changó entró una mujer delgada, trigueña, de cabello ondulado, de unos 50 años. Al entrar sentí que quería hablarle y por unos segundos escuchaba la voz de Tony como una emisora mal sintonizada. 

Virgen de la Regla
A los 15 minutos la mujer me llamó, me dijo que se llamaba Belkis Cabrales y quería saber si yo estaba interesado en la santería. Le dije que sí con fines periodísticos. Ella le hablaba a Bertha y a la esposa de Tony. Me preguntó si me gustaba el color blanco, si mi infancia fue triste, si estaba soltero, si soñaba mucho… a todo le dije sí. Era la primera vez que la veía y no había forma de que conociera mi pasado. Luego me habló de mi madre como si la viera. La describió tal cual es. Hizo lo mismo con mi abuela, ya fallecida. Sentí ganas de llorar. Algo dentro se removió. Luego, se quedó en silencio. 

En la isla la santería se fusiona con el cristianismo. Con los españoles llegó el catolicismo y los esclavos africanos para no perder sus tradiciones, el día de los santos católicos, celebraban el de las deidades africanas. Entonces se estableció un vínculo entre el orisha y el santo católico. Por ejemplo, los yorubas tienen un creador -Olofin-, el Dios creador. Olofin dio poderes a los orishas para que pudieran intervenir en la vida de los hombres. Lo mismo con los santos católicos. Un caso concreto, Changó, dueño del rayo, se representa con hacha. En el cristianismo se representa es a Santa Bárbara, la guerrera que tiene una corona de reina y una espada, además, cuando truena se le invoca. 

Me despedí de la familia de Bertha, quienes me invitaron de nuevo para que almorzáramos. El más interesado fue Tony. Salí con las emociones revueltas, como las olas en el mar en noche de luna llena. 









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