Juan Vacío

Llegué hace unos días a una ciudad donde nunca llueve, donde el aire infecta más que el cigarrillo, donde el transito es un accidente gramático, donde la comida es infinita, donde me va bien y no me siento bien. Para el vacío no hay fronteras.

Camino por las calles sin rumbo, con las manos en los bolsillos. Bolsillos que están rotos de soportar el peso de la incertidumbre. Entro a supermercados, compro cigarrillos. Camino, me siento en las plazas públicas a mirar a la gente. Miro e intento pararme y contar historias para ganarme la vida de esa forma. Pero me abrumo y me quedo sin hacer nada. Regreso al cuarto triste y desilusionado de mí.

Por suerte un amigo me hospeda sin cobrarme alimentación y dormida. Paso las noches sin frío y con la panza llena. Pero no es suficiente. Falto yo. Me la paso encerrado en el cuarto, leyendo, escribiendo, fumando, pensando en mi problema con el sexo opuesto.

No me interesa el mundo afuera si tengo para comer y dormir. Menos trabajar para conseguir dinero, vivo con poco y ahora lo que quiero es escribir. Nada más que escribir. Entenderme. Hacer de mis líneas tubos de laboratorio de mi personalidad. Ando hecho un lío de párpados caídos.

Así van las cosas. De vez en cuando cortejo a una chica y cuando lo difícil está hecho y solo falta pedir el número telefónico, el mail, el abrazo, el beso, la fiesta, me despido.

Dentro el deseo se debate con la voluntad. Deseo abrirle las piernas a todas las mujeres, pero quiero dominar el instinto, dejar de añorar y temer al amor. Por eso no salgo. Quiero estar en todas mis facultades para ver más allá de mis limitaciones.

Llevo cuatro días encerrado. Cada vez el precipicio aumenta. Doy golpecitos en el pecho y escucho el eco, el vacío ilimitado dentro de mí.

La habitación dentro de una pensión, Juan dentro la habitación, el vacío dentro de Juan, y las sombras, el gris, las calles, el frío, la cabeza baja, el peso, el dolor de garganta y el paso de los días como dardos en los ojos.

Otra vez la altura hacía el fondo de mí. Otra vez la ventana y la tentación de saltar de cabezas al asfalto.

3 coment�rios:

Pablo García dijo...

LA LIMA CON LA QE PULO MIS UÑAS

Anónimo dijo...

qué hubo, pues. ¿Si recibiste la "carta" y el viento? Abrazos.

Anónimo dijo...

!clap, clap, clap" y no es que apluda tu tragedia, es lo que haces con ella lo que me deslumbra y encanta.