Desencuentro con la palabra

23 abril 2018
Por Juan Camilo Betancur E.


En la escuela te dicen que es necesario leer. Sin embargo, la mayoría de docentes no te enamoran de la lectura porque apelan al aburrimiento de leer algunos clásicos. Cuando se podría aprender más de la vida con el relato de algunas anécdotas de un campesino o de un conductor de buses. Lo irónico es que se prefiere un paisaje extranjero que ni se puede imaginar por la forma en que está escrito. Claro, como el campesino o el conductor no citan frases cifradas con un tono de voz especial no interesan. Y no nos van a interesar porque lo importante es casi invisible. Por ello, hay mucha riqueza en el relato oral de las personas que nos rodean y que putean, bailan, sufren, lloran, ríen, cantan, gritan... cada día y son más instructivos que  muchos escritores que más que escribir lo que hacen es hacerse publicidad, mercaderes de baratijas que quieren vender como objetos valiosos. 

Para los que en este mes celebran el día del idioma ojalá lean otras cosas. Ejemplo, la salida del sol, una flor especial, la sonrisa de una mujer, los gestos que genera el orgasmo, la satisfacción de comer bien...  Es decir, tener la capacidad de leer los signos que den placer, porque se habla del placer de la lectura y pocos leen por placer. Por tanto,  es contradictorio que se hable del placer de la lectura cuando cuesta tanto leer. Pues los placeres se buscan por voluntad. Por eso, el mayor placer es no leer. En tal medida, si es por el placer  de leer, lo que se celebra es la mentira de leer más que la lectura misma. 

Tal vez el encuentro con la palabra, para uno de los países con más bajo indice de lectura, necesite menos del libro. Tal vez cuando se lea un libro como si se fuera a una fiesta o a buscar una aventura, se podría omitir la celebración del día del idioma porque no sería suficiente. Pero como leer es un hecho extraño para muchos, la mejor celebración es no leer los otros 364 días del año.

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