Cocuyos


Un hombre se despertó sobresaltado. Se levantó de la cama a eso de las tres de la mañana. Tenía una sensación extraña de ser observado. Recordó el sueño. Vio nítida a la mujer onírica que tenía el rostro lleno de ojos. Era como una esfera llena de esferas pequeñas que lo miraban. La imagen lo asustó a tal medida que en la cocina, mientras tomaba un poco de agua, recordaba ese montón de círculos que lo señalaban. Abrió la ventana y miró el césped que había frente a su casa. Afuera, una cantidad innumerable de cocuyos titilaban como pequeños ojos que parpadeaban.

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